Hola a todos.
Entre hoy y mañana termino de subir mi relato Boda por amor a este blog.
Pido perdón por no haberlo terminado de subir antes, pero he estado muy ocupada. Es mi intención terminar todas las historias que tengo a medias. Pero no puedo olvidarme de las historias que están en mis blogs.
Mañana, el final será una especie de epílogo a esta bonita historia de amor.
Deseo de corazón que os haya gustado.
Edward y Susan tuvieron su noche de bodas en la posada The Ship Inn.
-Lamento que no sea el lugar más romántico del mundo-se disculpó Edward mientras Susan y él subían la escalera siguiendo a la posadera, que fue quien les condujo a su habitación.
-Cualquier lugar del mundo me sirve-admitió Susan-Siempre que esté contigo. Esposo mío...
Susan esbozó una sonrisa.
La posadera abrió la puerta de la habitación.
El cuarto estaba iluminado con velas. Probablemente, Melinda o Karen o, quizás, las dos, habían llenado el lecho con pétalos de rosas. Los ojos de Susan se llenaron de lágrimas de alegría al verlo. La posadera cerró la puerta de la habitación tras desearles las buenas noches.
Edward se quedó mirando a Susan y percibió lo nerviosa que estaba ante lo que estaba a punto de ocurrir.
Entonces, la muchacha hizo algo inesperado.
-Puedo confiar en ti-afirmó sin miedo.
Y, prácticamente, se abalanzó sobre él y le despojó de su traje de novio. A pesar de la sorpresa por el ataque inicial, Edward no dudó en comenzar a despojar a Susan de su vestido de novia.
-¡Eres preciosa!-exclamó Edward arrobado al contemplar la desnudez de Susan-Eres tan delicada, Susie. Tengo miedo de hacerte daño.
La mirada que le lanzó la joven, cargada de picardía y sin temor, despertó el deseó de Edward.
Finalmente, la tomó entre sus brazos y la llevó a la cama. Al caer encima de ella, sus labios se apoderaron de los labios de Susan. Se besaron de manera apasionada durante un largo rato. Susan se estremeció al sentir sobre su cuerpo las caricias que le brindaron las manos y los labios de Edward y que sirvieron para hacer hervir su sangre.
Edward recorrió con los labios el cuello de Susan. Ella tenía el cuello de un cisne. La deseaba tanto como la amaba.
Edward succionó con verdadera avidez los pezones de la joven. Llenó de besos sus pechos. Los lamió con verdadera ansia. Los chupó de igual manera. Todo su cuerpo era como una hoguera.
De pronto, Edward estrechó a Susan con fuerza entre sus brazos. Casi sin darse cuenta, su cuerpo invadió el cuerpo de ella. Susan apenas sintió dolor, pero sí sintió una gran sorpresa al sentir un cuerpo dentro de ella. El cuerpo de Edward...Fundiéndose con ella.
Por inercia, el cuerpo de Susan comenzó a moverse al tiempo que se movía el cuerpo de Edward. De pronto, todo estalló alrededor de ambos. Fue como ver fuegos artificiales en la habitación. Pero eran deslumbrantes. Intensos...
Edward se derrumbó dentro de Susan. Su cabeza descansó sobre el hombro de la joven y sonrió lleno de alegría.
-¿Te ha dolido mucho?-quiso saber.
-Casi no me he enterado-contestó Susan-Por favor...Quédate ahí.
-Susie...
Ella le besó en la frente.
-¿Dices en serio lo de quedarnos aquí?-le preguntó Susan.
-Viviremos en el castillo-respondió Edward-Mis padres quieren regresar a Londres. Vinieron aquí a descansar un poco. Pero hay nuevos escándalos. Suena mal decirlo, pero nadie se acuerda de lo ocurrido con Terence.
-Me alegro.
-Susie, soy muy feliz.
La aludida le miró.
También ella era muy feliz. Había hecho realidad su deseo. Ahora, entendía que era Edward la persona a la que su corazón pertenecía.
Le besó en la mejilla.
Se había casado con él.
Eran marido y mujer.
Tenía ganas de ponerse a dar saltos de alegría. A gritar de dicha. Amaba a Edward. Y era feliz porque Edward, a su vez, también la amaba a ella.