viernes, 19 de diciembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Y aquí os traigo un pequeño epílogo de mi relato Boda por amor. 
Deseo de corazón que hayáis disfrutado con la historia de amor de Susan y Edward.
Y gracias, de corazón, por estar siempre ahí.

                                    Tras la boda de Susan y Edward, Melinda y Karen abandonaron la isla de Piel. Ignoraban cuándo regresarían.
                                    Se marcharon con destino a París. Las acompañaba quien había sido la doncella que habían compartido con Susan.
                                    La joven se despidió con tristeza de su hermana mayor y de su prima. Intuía que no volvería a verlas hasta pasados unos años. A Melinda le prometió que iría a visitar con frecuencia la tumba del pequeño Franklin. Melinda, en cambio, se llevaba en su corazón el recuerdo de su pequeño.
                                  Susan se fue a vivir al castillo.
                                  Los duques de Blake decidieron regresar a Londres. Edward no quiso regresar a la capital con ellos.
                                  Lo cierto era que Susan tampoco quería regresar a Londres. Era muy feliz viviendo en Piel con su marido. El tiempo que pasó fue la confirmación de que Edward no se parecía en nada a Terence.
                                Edward se consagró a hacer feliz a Susan. Fue fiel al juramento que le hizo ante el Altar. Aquella joven de rasgos delicados era la mujer con la que Edward quería pasar el resto de su vida. Los días los pasaban juntos. Se les veía dando paseos por la isla. Yendo a visitar a los condes de Derby. Incluso, se animaron a ir a cenar muchas noches a The Ship Inn. 
                                Y las noches eran gloriosas.
                                Pasaban la noche el uno abrazado a la otra. Besándose hasta que llegaba el alba. El uno acariciaba al otro con los labios. Con las manos...
                                Amándose.

 

FIN
                             

jueves, 18 de diciembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos. 
Entre hoy y mañana termino de subir mi relato Boda por amor a este blog. 
Pido perdón por no haberlo terminado de subir antes, pero he estado muy ocupada. Es mi intención terminar todas las historias que tengo a medias. Pero no puedo olvidarme de las historias que están en mis blogs. 
Mañana, el final será una especie de epílogo a esta bonita historia de amor. 
Deseo de corazón que os haya gustado. 

                    Edward y Susan tuvieron su noche de bodas en la posada The Ship Inn. 
-Lamento que no sea el lugar más romántico del mundo-se disculpó Edward mientras Susan y él subían la escalera siguiendo a la posadera, que fue quien les condujo a su habitación. 
-Cualquier lugar del mundo me sirve-admitió Susan-Siempre que esté contigo. Esposo mío...
                     Susan esbozó una sonrisa. 
                     La posadera abrió la puerta de la habitación. 
                     El cuarto estaba iluminado con velas. Probablemente, Melinda o Karen o, quizás, las dos, habían llenado el lecho con pétalos de rosas. Los ojos de Susan se llenaron de lágrimas de alegría al verlo. La posadera cerró la puerta de la habitación tras desearles las buenas noches. 
                     Edward se quedó mirando a Susan y percibió lo nerviosa que estaba ante lo que estaba a punto de ocurrir. 
                 Entonces, la muchacha hizo algo inesperado.
-Puedo confiar en ti-afirmó sin miedo.
                  Y, prácticamente, se abalanzó sobre él y le despojó de su traje de novio. A pesar de la sorpresa por el ataque inicial, Edward no dudó en comenzar a despojar a Susan de su vestido de novia.
-¡Eres preciosa!-exclamó Edward arrobado al contemplar la desnudez de Susan-Eres tan delicada, Susie. Tengo miedo de hacerte daño.
                  La mirada que le lanzó la joven, cargada de picardía y sin temor, despertó el deseó de Edward.
                 Finalmente, la tomó entre sus brazos y la llevó a la cama. Al caer encima de ella, sus labios se apoderaron de los labios de Susan. Se besaron de manera apasionada durante un largo rato. Susan se estremeció al sentir sobre su cuerpo las caricias que le brindaron las manos y los labios de Edward y que sirvieron para hacer hervir su sangre.
                  Edward recorrió con los labios el cuello de Susan. Ella tenía el cuello de un cisne. La deseaba tanto como la amaba.
                   Edward succionó con verdadera avidez los pezones de la joven. Llenó de besos sus pechos. Los lamió con verdadera ansia. Los chupó de igual manera. Todo su cuerpo era como una hoguera.
                    De pronto, Edward estrechó a Susan con fuerza entre sus brazos. Casi sin darse cuenta, su cuerpo invadió el cuerpo de ella. Susan apenas sintió dolor, pero sí sintió una gran sorpresa al sentir un cuerpo dentro de ella. El cuerpo de Edward...Fundiéndose con ella.
                 Por inercia, el cuerpo de Susan comenzó a moverse al tiempo que se movía el cuerpo de Edward. De pronto, todo estalló alrededor de ambos. Fue como ver fuegos artificiales en la habitación. Pero eran deslumbrantes. Intensos...
                   Edward se derrumbó dentro de Susan. Su cabeza descansó sobre el hombro de la joven y sonrió lleno de alegría.
-¿Te ha dolido mucho?-quiso saber.
-Casi no me he enterado-contestó Susan-Por favor...Quédate ahí.
-Susie...
                     Ella le besó en la frente.
           


-¿Dices en serio lo de quedarnos aquí?-le preguntó Susan.
-Viviremos en el castillo-respondió Edward-Mis padres quieren regresar a Londres. Vinieron aquí a descansar un poco. Pero hay nuevos escándalos. Suena mal decirlo, pero nadie se acuerda de lo ocurrido con Terence.
-Me alegro.
-Susie, soy muy feliz.
                      La aludida le miró.
                      También ella era muy feliz. Había hecho realidad su deseo. Ahora, entendía que era Edward la persona a la que su corazón pertenecía.
                      Le besó en la mejilla.
                      Se había casado con él.
                      Eran marido y mujer.
                      Tenía ganas de ponerse a dar saltos de alegría. A gritar de dicha. Amaba a Edward. Y era feliz porque Edward, a su vez, también la amaba a ella.

lunes, 17 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Aquí os traigo el penúltimo fragmento de mi relato Boda por amor. 
Iba a ser todo el final, pero he optado por dividirlo en dos partes para que no resulte pesado.
Es bastante cortito el fragmento que voy a subir, pero es muy bonito.
Me gustaría subir a lo largo de esta semana el final de este relato y un pequeño epílogo.
¡Muchas gracias por haber estado ahí leyéndolo!

                              La capilla estaba a rebosar de gente. Eso sorprendió bastante a Susan, quien había esperado una boda mucho más sencilla. No obstante, iba a casarse en la Capilla de la isla. No había viajado a Londres para su boda. Y, en cierto modo, Susan no sentía el menor deseo de regresar a la capital.
-¿Eres feliz, cariño?-le preguntó su padre al entrar en la Iglesia.
-Estoy nerviosa-respondió Susan.
                           Recorrió con lord Derby el pasillo que la llevaba al Altar. Su mirada se encontró con la mirada de Edward cuando llegó a su altura. Las lágrimas empezaron a rodar sin control por las mejillas de Susan. Edward le cogió la mano y se la besó.
-Susie, por favor, no llores-le pidió el joven con ternura-No quiero que sufras más.
-Lloro de alegría-admitió ella-Lloro de dicha. Me siento muy feliz en estos momentos.
-Desde hoy, me dedicaré a hacerte la mujer más feliz del mundo.
-Ya me haces la mujer más feliz del mundo.
-No sólo serás la futura lady Blake. Quiero que estemos siempre juntos, Susie.
-Todo irá bien a partir de ahora.
-Yo me encargaré de que así sea.



                           El sacerdote carraspeó ligeramente. Entonces, dio comienzo la ceremonia.
-Queridos hermanos...-empezó a decir el sacerdote.
                          Finalmente, declaró marido y mujer a Edward y a Susan. Para entonces, tanto Karen como Melinda estaban llorando a lágrima viva.
                          Edward y Susan se fundieron en un beso largo y dulce, pero cargado, a su vez, de intensidad.

sábado, 15 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Boda por amor. 
Ya falta cada vez menos para que conozcamos el desenlace de esta historia cargada de ternura.
Mañana, si puedo, me gustaría subir el último fragmento (no se trata de una de mis historias más largas). Y quiero ponerle un epílogo antes de que acabe el mes.
Espero que os esté gustando.
¡Vamos a ver lo que ocurre hoy!

                                   A pesar de que se había dado cuenta de que estaba enamorada de Edward, Susan intentó disuadir a lord Derby. No sabía si quería casarse con él después de todo lo que había pasado.
                                  ¿Cómo podía olvidar que Terence le había hecho tanto daño a Karen y a ella? Pero Edward, por suerte, no se parecía en nada a su hermano.
                                  Le tentaba la idea de huir, pero no se atrevía a dar aquel paso. Karen, mientras, se desahogaba escribiendo en su diario. Por lo menos, podía volcar en aquellas hojas lo que sentía.

                                Susan no se da cuenta de la suerte que tiene. Es amada por un buen muchacho. ¿Qué más desea? 
                                En ocasiones, me siento tentada a irme de aquí. A empezar de cero muy lejos. 
                               Hablaré con Mel y las dos nos marcharemos de aquí nada más casarse Susie con Edward. 
                               Viajaremos por todo el continente. ¡Siempre he querido viajar! Este plan puede ser nuestra válvula de escape. Para Mel y para mí...

                              En realidad, lo que Susan tenía era muchas dudas al respecto. Deseaba poder ser feliz al lado de Edward.
                               Todo el mundo tenía razón cuando le decían que debía de dejar el pasado atrás. Pero Edward estaba atado a aquel pasado.
                              Empezaron los preparativos de la boda.
                              En contra de su opinión, Melinda y Karen tuvieron que acatar los deseos de Susan.
                             También ellas debían de estar presentes en la capilla de la isla, donde se celebraría el enlace.
                             Lady Derby acudió en varias ocasiones al castillo para confeccionar con lady Blake la lista de invitados. Sería una boda sencilla.
                            También elaboraron juntas el menú que se serviría durante el banquete nupcial. Fue la modista de la isla quien confeccionó los vestidos que lucirían Melinda y Karen.
                             Fue una modista de Carlisle quien confeccionó el vestido de novia de Susan. La modista acudió en varias ocasiones a la casa de los Knigth-Birdwell para tomarle medidas a la joven. La última vez que acudió fue para que Susan se probara el vestido.
                            Era un vaporoso vestido de color blanco.
-¡Está muy bella, milay!-exclamó la modista.
-¡Pareces una Reina!-se emocionó lady Derby-Ni la Princesa luce más bella que tú.
-Gracias...-balbuceó Susan, sin querer mirarse en el espejo-Pero creo que exageráis. Yo no...
                           Casi al mismo tiempo, Karen le exponía sus planes de viajar a Melinda.
                           Para su sorpresa, la joven se mostró de acuerdo.
                           Necesitaba dejar atrás su pasado. Pero sabía que el recuerdo de Franklin la acompañaría siempre. Su hijo era como una especie de ángel que estaría a su lado hasta el último día de su vida.
                           Karen y Melinda acordaron que se marcharían tras la boda de Susan y de Edward. Querían estar presentes. Además, la joven era demasiado terca. También ella debía de dejar atrás su pasado.

-¿Cómo que os marcháis?-se asombró Susan-¡No podéis estar hablando en serio! ¿Os habéis vuelto locas? Creía que las cosas se habían arreglado. Karen, te juro que no te guardo rencor alguno. Y Mel, lo pasado queda atrás.
-Nos vamos porque necesitamos empezar de cero-le contestó Karen-A veces, es bueno estar un tiempo fuera para aclarar las ideas. Para renacer. Y Mel y yo tenemos derecho a renacer, Susie.
-Todo eso lo comprendo. Y lamento mucho todo lo que ha pasado. Pero...
-No es tan malo-afirmó Melinda-Será divertido. Karen y yo vamos a viajar por toda Europa. ¡Visitaremos Venecia! Siempre he soñado con viajar. Ahora, puedo hacer realidad mi sueño. Te escribiremos con mucha frecuencia.
                          Las tres primas se encontraban en el comedor dando cuenta cada una de una taza de té.
-¿Lo saben mis padres?-quiso saber Susan.
-Todavía no les hemos contado nada-contestó Melinda-Pero se lo vamos a contar mañana mismo.
-O después de la boda...-sugirió Karen-Queremos estar presentes para cuando te unas a Edward en matrimonio. Ni Mel ni yo vamos a casarnos nunca. Seamos sinceras. Los hombres pueden ir usados al Altar. Incluso, pueden ir con una gonorrea a casarse con una mujer distinta de la prostituta que le ha contagiado. Pero, en el caso de la mujer, es distinto. Mel y yo somos material estropeado. Es lo que se suele decir.
                          Karen bebió un sorbo de su taza de té.
-Os voy a echar mucho de menos a las dos-admitió Susan, mientras un nudo se formaba en su garganta-Karen, a pesar de lo ocurrido, te quiero. Y siempre te voy a querer.
-¡No llores, Susie!-le pidió la aludida, con la voz constreñida por la emoción.
-Todavía no nos hemos ido-intervino Melinda.
-Todo está cambiando-afirmó Susan.

 

                             La joven cogió un pastelito de café que había preparado la cocinera para acompañar el té y le dio un mordisco.
                              Era cierto que todo estaba cambiando. Tanto Karen como Melinda hablaban de viajar por Europa.
                              Se acabó el poder ir toda la familia a la Misa del domingo de las doce en la capilla de la isla. Se acabaron los paseos por la playa que solían dar. Se acabó el estar todos juntos en el salón hablando.
                            Melinda y Karen estarían fuera durante muchísimo tiempo viajando por todo el continente. Y Susan se convertiría en la futura duquesa de Blake. No sabía si sería capaz de dar aquel paso. Pero tanto su hermana mayor como su prima deseaban soltar lastre.
                          Karen quería olvidar que había conocido a Terence. Melinda guardaría siempre en el fondo de su corazón el recuerdo de Franklin.
                           Susan escuchó su propia voz prometiéndole a su hermana mayor que iría a visitar con frecuencia la tumba de Franklin. Que le llevaría ramos de flores en su nombre.
                           Los ojos de Melinda se llenaron de lágrimas. Para ella, resultaba muy doloroso visitar la tumba donde descansaba su hijo. Le recordaba que lo había tenido y lo había perdido. Pero, en realidad, el espíritu de Franklin siempre la acompañaría.
                           Susan abrazó con fuerza a su hermana mayor. Besó a Karen en la mejilla.

                          Susan y Edward empezaron a verse a solas.
                          Se encontraban por la tarde, después de la hora del té. Su lugar favorito para verse era un estanque situado en el centro de la isla.
                         Pasaban largas horas hablando. Como hacían cuando eran más pequeños. Entonces, el tiempo pasaba volando. Susan se sorprendía así misma esperando el momento en que debía de verse a solas con Edward. Salía de su casa con cualquier excusa para ir a su encuentro.
                        Y a Edward le pasaba lo mismo. No veía el momento de poder estar al lado de Susan. De poder hablar con ella.
-¿Cómo puedes mirarme a los ojos sabiendo que mi padre mató a tu hermano?-le preguntó en una de aquellas tardes.
-Fue Terence quien labró su propio Destino-respondió Edward-Susie, siempre querré a Terence porque era mi hermano mayor. No estoy muy seguro de querer ser el futuro duque de Blake. Pero él debió de haber actuado de otro modo. Debió de haberos respetado a Karen y a ti.
-¿Y sigues enamorado de mí después de todo lo que ha pasado?
-Nunca he dejado de amarte, Susie.
                          Los labios de Edward se posaron sobre los labios de Susan. El beso en el que ambos se fundieron estuvo cargado de ternura, pero, al mismo tiempo, estuvo cargado de pasión.
                          Se besaban mucho durante aquellos encuentros. Se besaban de manera prolongada y ardiente, sin pasar de ahí.
                          Y aquel amor fue creciendo conforme iban pasando los días.

viernes, 14 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Boda por amor, veremos cómo empieza a avanzar la relación entre Susan y Edward.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-Te sugiero que hagas caso a tu padre-le aconsejó Karen a Susan. Había ido a su habitación a desearle las buenas noches. Encontró a su prima ya acostada. Susan la miró con asombro-Lo hace por tu bien. No quiere que termines como hemos terminado Mel y yo.
-Me sorprende que digas algo semejante-admitió Susan-¿Has olvidado todo lo que ha pasado?
-Me temo que ninguna de las dos ha olvidado el pasado-se lamentó Karen-Pero eres joven. Y tienes derecho a ser feliz.
-No creo que pueda ser feliz nunca con Edward, Karen. Mi padre está cometiendo un terrible error al pretender casarme con él.

                              Los días fueron pasando. Edward iba a visitar todas las tardes a Susan. Pero se encontraba con que la joven no quería recibirle.
                               Toda la familia de Susan le hizo ver que estaba comportándose de un modo poco adecuado. Susan se sentía presionada por su familia.
                             De modo que decidió hablar con Edward. Una tarde, él se estaba marchando. Ya estaba en el jardín. Susan logró alcanzarle tras salir corriendo detrás de él.
-Lamento mucho mi comportamiento de estos días-se disculpó la joven.
-Entiendo tu actitud-admitió Edward.
-Todavía te veo como el niño con el que jugaba a las casitas. A ti no te gustaba. Pero siempre acababas jugando conmigo.
-La pena es que ya no somos unos niños, Susie.
-Las cosas han cambiado entre nosotros. Eso es lo que me da más pena. Todo fue por Terence.
-Te enamoraste de él.
-Hace tiempo que mi amor por Terence murió.
                       Dicho esto, Susan se dio media vuelta y se metió dentro de casa.
                       Se dirigió al salón. Su familia se encontraba allí.
                       Aprobaban el gesto que había tenido.
-Has hecho lo que debías, Susie-afirmó lord Derby-Ya es hora de que dejes atrás el pasado.
-¡No lo entiendes, papá!-se exasperó la joven-Cada vez que Edward y yo estemos juntos, él pensará en su hermano. En Terence...En cómo murió.
-He ido a visitar la tumba de Franklin. A veces, desearía dar marcha atrás y poder cambiar lo que pasó.
-Por eso mismo, papá. ¡No puedo casarme con Edward después de todo lo que ha pasado! No puedo casarme con Edward sin amarle. Y, siendo sincera, hace mucho que dejé de amar a Terence. Si es que llegué a amarle de verdad. Porque...Lo dudo.
-Lord Blake sigue deseando que tú seas su nuera. Edward será mejor marido para ti que Terence. ¡Hazme caso!
-¡No lo entiendes!

                             Susan pasó varias noches sin poder conciliar el sueño. Le atormentaba la idea de casarse con Edward. Recordaba cómo Terence la había cortejado. Cómo había confiado en él. Por suerte, tuvo el acierto de no entregarse a él. La habría deshonrado como deshonró a Karen.
                           A veces, pensaba que Terence había sido el padre de Franklin. No se atrevía a preguntárselo directamente a Melinda. Pero ella siempre había guardado un celoso silencio sobre la paternidad de su difunto hijo.
                        Finalmente, una tarde, Susan se decidió a abordar aquel tema. Intuía que la conversación que iba a mantener con Melinda iba a ser dolorosa. Pero necesitaba salir de dudas. Estaban las dos solas.
                        Se encontraban en el jardín dando cuenta cada una de una taza de té.
-¿Era Terence el padre de Franklin?-le preguntó Susan a bocajarro a su hermana mayor.
                         Melinda estaba tomando un sorbo de su taza de té y estuvo a punto de atragantarse.
-¿Qué dices?-se asombró.
-Necesito saber si Terence era el padre de Franklin-contestó Susan-Sólo eso...
                          Las dos hermanas estuvieron mirándose durante un largo rato. Los labios de Melinda temblaron de manera imperceptible. Y sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en su hijo. Susan esperó impaciente su contestación.
                         Melinda respiró hondo.
-Terence no era el padre de Franklin-se sinceró la joven-Te lo juro, Susie. Él nunca quiso tener nada conmigo. Decía que yo era una especie de palo de escoba con poco pecho.
-¿Y por qué no quieres contarnos quién era el padre de tu hijo?-se interesó la aludida.
-Porque eso ya no importa. Lo cierto es que ese hombre dejó de existir para mí desde que me abandonó. Me deshonró y me abandonó. Una historia muy vulgar...Pero te juro que fui feliz durante el tiempo que Franklin estuvo conmigo. Desde que mi niño murió, una parte de mí está muerta.

 

                           Melinda se llevó su taza de té a los labios para beber un sorbo. Pero su mano tembló.
-¡Oh, Mel!-se dolió Susan.
-Quién engendró a mi niño ya no importa-afirmó la aludida.
-Perdóname, Mel. No quería herirte.
-No pasa nada. Tienes derecho a saber la verdad. Terence era un canalla. Pero nunca intentó seducirme.

                             Edward iba a ver a Susan todas las tardes. Sin embargo, lejos de evitarle, la joven empezó a salir con él a dar un paseo acompañada por la doncella que compartía con Karen y con Melinda. Susan sentía que algo había cambiado en su interior.
                             Volvía a sentir que podía contarle cualquier cosa. Como hacía cuando era más pequeña.
                             Pasaban por delante de la posada The Ship Inn. Era como un vecino más de la isla. Su trato afable le había granjeado la amistad de todos los vecinos. Incluso, se sabía que era invitado por los pescadores a dar cuenta con ellos de una jarra de cerveza. Era un joven sencillo y amable. ¡Y tenía una sonrisa tan bonita!
                         No se parecía en nada a Terence.
                         Edward no era Terence.
                         Una tarde, la doncella de Susan se detuvo para saludar a una conocida.
                         Estaban en la zona más alta de la isla. En aquel lugar se erigía el castillo.
-Ya he sido coronado Rey-le contó Edward a Susan.
-Nosotras no tuvimos esa suerte-le confió la joven-Mel, Karen y yo llegamos aquí casi a escondidas. Y no salíamos mucho a la calle.
-Podrías ser coronada Reina, si ése es tu deseo. Es la tradición cuando llega aquí alguien nuevo.
-Nosotros ya no somos tan nuevos.
-A ti te sentaría bien lucir una corona de Reina, Susie. ¡Es la verdad! Estarías muy guapa con ella.
-Lo dices por decir. Te agradezco que seas tan amable conmigo. Otro, de estar en en tu lugar, me odiaría.
-Terence fue el que se labró su propio destino. Ni Karen ni tú tuvisteis culpa alguna de lo que pasó.
                       Poco a poco, Edward se fue acercando cada vez más a Susan.
                       Seguía amándola con todas sus fuerzas. Y tenía la esperanza de que ella llegaría a amarle a su vez.
                       Por ese motivo, Edward besó a Susan en los labios. Puso todo su corazón en aquel beso y Susan se sorprendió así misma devolviéndole el beso con idéntica intensidad.
                        Pero también le sorprendió un descubrimiento que hizo aquella tarde. Se había enamorado realmente de Edward.

jueves, 13 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
A partir de hoy, empiezo a subir más seguido fragmentos de mi relato Boda por amor con la esperanza de poder terminar de subir (ya está acabada, sólo me falta subirla aquí) durante lo poco que queda de semana.
De momento, esto es lo que hay.
Lord Blake y su familia se instalan en la isla de Piel. Y el joven Edward tiene sus propios planes relacionados con Susan.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                              El primero en llegar a la isla fue Edward.
                              Lord Blake decidió arrendar el castillo de la isla.
                              Al poco tiempo, llegaron lord y lady Blake. Y se instalaron en el castillo.
                              Durante todo aquel tiempo, ni Susan ni Melinda ni Karen se cruzaron con ellos. Siendo sinceras, sentían curiosidad por verles.
                              Hacía mucho tiempo que Susan no veía a Edward. En concreto, dejaron de verse cuando el cortejo de Terence hacia Susan se hizo más serio.
                              Sin embargo, Edward no quiso perder el contacto con Susan. Le escribía con mucha frecuencia. Quiso ir a verla cuando se enteró de la muerte del pequeño Franklin.
                             Finalmente, no fue porque Susan se lo pidió. No sabía cómo reaccionaría si lo veía. Después de todo, seguía siendo el hermano menor de Terence. Le costaba trabajo convivir con Karen después de lo que había pasado. No sabía cómo miraría a Edward a la cara.
                              Fueron días en los que llovió bastante. La familia Knigth-Birdwell no salió de su casa durante aquellos días. A veces, Susan se sorprendía así misma mirando a través de los cristales de la ventana de su habitación mirando en dirección al castillo. Piel era una isla pequeña. Imaginaba que acabaría viendo a Edward en la atalaya del castillo. A veces, creía que le estaba viendo.
                           Era la primavera del año 1859.
                           Los vecinos hablaban. Decían que era extraño que los duques vivieran encerrados junto con su hijo y la servidumbre en el castillo. Se sabía que habían sido íntimos amigos de los condes de Derby.
                            Pero debían de recordar el sonado escándalo que protagonizó su heredero cuando deshonró a la sobrina de lord Derby al tiempo que cortejaba a la hija menor de éste.
                            Una tarde, lord y lady Derby decidieron hacerle una visita a los duques.
                             Fue un encuentro muy emotivo. Los duques les aseguraron que estaba todo olvidado por su parte.
                             Terence era su hijo. Pero el único culpable de su desgracia había sido él.
                             Siempre había protagonizado sonados escándalos por liarse con mujeres casadas, con viudas, con actrices, con prostitutas de los barrios bajos y con cortesanas. Pero había ido demasiado lejos al deshonrar a Karen.
                            Lord Blake sentía que le debía una compensación a lord Derby. Y decidieron pactar el matrimonio de Edward con Susan.
                           De vuelta a casa, los condes reunieron a sus hijas y a su sobrina en el salón y anunciaron que Susan iba a casarse con Edward.
-¿Te has vuelto loco, papá?-le espetó Susan a su padre-¡No pienso casarme con Edward!
-Tiene que ser una broma-se extrañó Karen.
                          Por desgracia, no se trataba de ninguna broma.
                         Edward acudió a la casa de los Knight-Birdwell. Albergaba la esperanza de poder ver a Susan.
-Edward no se parece en nada a ese malnacido de Terence-afirmó lord Derby.
-¡No quiero volver a verle!-afirmó Susan.
-Hija, Edward está en el recibidor. Ha venido a verte.
-¡Pues yo no quiero verle! ¡No quiero saber nada de él!
-¡Susan, no puedes hacerle ese feo a Edward! Nunca te ha causado daño alguno y no se merece que le trates así.
-Padre, trata de entenderlo-intervino Melinda-Han ocurrido demasiadas cosas entre ellos.
                         Lady Derby se inclinó a darle la razón a su hija.
-Es cierto-dijo.
                          Susan se retiró a su habitación. No quiso ver a Edward.
                         El joven se juró así mismo que no se rendiría.

                         Durante los días que siguieron, Edward fue a visitar varias veces a Susan sin conseguir verla. Al mismo tiempo, la noticia del compromiso entre el heredero de los duques de Blake y la hija menor de los condes de Derby era publicada en The Times. 
                        Los criados de ambas familias cotilleaban acerca de lo que estaba ocurriendo. No dejaba de parecerles curioso. Las criadas hablaban mientras limpiaban las numerosas estancias del castillo. La cocinera lo comentaba con su ayudante mientras preparaban la comida de los condes. Nadie sabía cómo terminaría aquella historia. Pero no dejaba de tener cierto morbo.
                       Susan decidió pasar los días que siguieron encerrada en su habitación. Sin embargo, una tarde, se asomó a la ventana. Y vio a Edward dando un paseo por la playa. El joven se agachó para coger una caracola y se la llevó al oído. Susan se quedó sin habla al verle.
                       Había olvidado por completo su cabello de color castaño que siempre llevaba en desorden. Le parecía que estaba más alto que la última vez que le vio. En contra de su voluntad, su corazón comenzó a latir a toda velocidad.
                       Se apartó con rabia de la ventana.

                       Buscaba refugio en la habitación de Melinda.
                      Su hermana la escuchaba con atención mientras sujetaba entre sus manos un par de patucos que habían pertenecido a Franklin. Una tarde, le dijo a Susan que ella podía quedarse con aquel par de patucos. Pero la joven se negó.
-Os habéis empeñado todos en que debo de casarme con Edward-protestó-Y no quiero casarme con él. ¡Es una locura!
-El que te hirió fue Terence-le recordó Melinda.
-¿Has olvidado que fue nuestro padre el que lo mató?
-Los duques de Blake son personas razonables. Entienden que su hijo mayor era uno de los mayores canallas que jamás han existido. Por eso, desean que te cases con Edward.
                       Otras veces, Susan iba a hablar con Karen.
                       La encontraba sentada en el balancín de su habitación sin mirar a ningún sitio.
-Tienes derecho a rehacer tu vida-le aseguró su prima una de aquellas veces-Tanto Mel como yo somos materiales usados. Nadie nos querría a ninguna de las dos como esposas. Tu caso es diferente.
-¿Acaso ya no estás enamorada de Terence?-la interrogó Susan.
-No lo sé. Confieso que me entregué a él porque lo amaba. Yo pensaba que realmente estaba enamorada de él. Ahora, me doy cuenta de que nunca me quiso y que fui una estúpida por confiar en él. Tú no cometiste el mismo error que cometimos Mel y yo. Nos embaucaron dos canallas. Yo tuve más suerte, puesto que no me quedé encinta. Pero Mel está llorando aún por el hijo que perdió.
                      Las dos primas guardaron silencio durante unos instantes.
                      Susan se puso de rodillas ante el balancín en el que estaba sentada Karen.
-¿Y qué me aconsejas que haga?-interrogó a su prima.
-Dale una oportunidad a Edward-contestó Karen-Él es la clase de hombre que realmente merece la pena. Siempre te ha amado, Susie. Y sospecho que tú también le amas. Pero no te has dado cuenta. O estabas ciega por culpa de Terence, igual que yo.
-Déjame que lo piense.
                            Susan necesitaba pensar.

                            

martes, 11 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Tras muchos días subir ningún fragmento de este relato a este blog, aquí os traigo un fragmento de Boda por amor. 
Deseo de corazón que os guste.

                           Empezó a correr por toda la isla el rumor de que los duques de Blake pensaban arrendar una casa para vivir allí. Estaban muy cansados de la vida ajetreada de Londres.
                          En realidad, lo que estaban era cansados de tener que estar pagando constantemente las deudas que Terence les había dejado. Lord Blake estaba harto de tener que recibir en su casa a acreedores.
-¿Es verdad que van a vivir aquí?-se asombró Karen.
                       Fue una tarde un tanto rara.
                      Por primera vez desde que murió el pequeño Franklin, Melinda aceptó salir a dar un paseo por la isla acompañada por su prima y por su hermana menor.
-Si vienen, seguro que no se conformarán con una casa-apostilló Melinda-Sospecho que han arrendado el castillo.
                     Susan miró con estupor a Melinda y a Karen. Lo último que quería en aquellos momentos era ver a Edward. Había sido su mejor amigo cuando eran pequeños.
                      Sin embargo, también era el hermano menor del hombre que le había roto el corazón. A veces, Susan se maravillaba de su sangre fría cuando estaba con Karen. Pero todavía recordaba con total nitidez la mañana en la que Terence fue sorprendido en su cama.
                  En aquellos momentos, las tres jóvenes estaban paseando por la playa. The Ship Inn, la taberna de la isla, abrió en aquellos momentos. No tardarían en empezar a llegar los primeros clientes.
                    Susan sintió sobre su cara la brisa marina. Contempló las aves que estaban en las rocas. Lejos de Londres, la vida en Piel le parecía algo similar a un sueño. Donde no podía pensar en nada.
-Podrían venir a vernos-murmuró Susan.
-¿Tú recibirías a Edward en casa, Susie?-la interrogó Melinda.
-No sé. No lo sé.
-Edward no se parece en nada a su hermano. Siempre ha sido bueno contigo.
                      Karen se envaró al escuchar aquella afirmación. Durante un instante, pensó en salir en defensa de Terence. Pero entendió que no valía la pena discutir con Melinda por culpa de él. De hecho, su prima había recuperado algo de color en el rato que llevaba paseando por la playa con ellas.
-Deja a Susie en paz, Melly-le pidió a su prima-Que ella decida lo que hará o dejará de hacer.

lunes, 10 de noviembre de 2014

PERDÓN

Hola a todos.
Ha pasado casi un mes desde hice la última entrada en este blog anunciando que subiría todos los viernes un fragmento de mi relato Boda por amor. 
Sin embargo, otros proyectos han requerido mi atención y, por eso, no he podido subir ningún fragmento.
Os pido perdón por ello. Lo siento de verdad.
Me gustaría, a partir de esta semana, si es posible, subir todos los días un fragmento de este relato. Está terminado. Sólo falta que vea la luz.
Y verá la luz en este blog.
Muchas gracias por todo.
¡Un fuerte abrazo!

martes, 14 de octubre de 2014

ANUNCIO SOBRE "BODA POR AMOR"

Hola a todos.
Para no hacerme un lío, dado que tengo muchas cosas en mente, hago este anuncio acerca de mi relato Boda por amor. 
No es mi intención dejar esta historia a medias.
Sin embargo, debido a los proyectos que tengo en mente, no podré subir tantos fragmentos tan seguidos como me gustaría a mí.
Mi deseo es poder subir los fragmentos todos los viernes. No sé si habrá algún viernes que no pueda hacerlo, pero yo intentaré que sea todos los viernes posibles.
No quiero dejar a medias la historia de amor entre Edward y Susan.
Muchas gracias por todo.

sábado, 11 de octubre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi relato Boda por amor. 
Vamos a conocer las razones por las cuales la relación entre Karen y Susan son un tanto frías. De paso, conoceremos el porqué las dos acompañaron a Melinda en su exilio a la isla de Piel.
Y Edward se dirige también a la isla.

                               Aquella misma mañana, Edward alquiló una barca que le llevaría hasta la isla de Piel.
-¿Tiene familia en esa isla?-le preguntó el barquero.
                                Edward había llegado unos días antes a la ciudad de Barrow-in-Furness, donde había descansado tras haber hecho un viaje tan largo. De Londres hasta allí...Pero había pasado los dos últimos años de su vida viviendo en Dublín, ya que su madre era oriunda de aquella ciudad.
                                Edward había marchado a vivir a Dublín por un único motivo. No podía soportar el saber que su amada lady Susan Bettina Knight-Birdwell iba a casarse con otro hombre. Y aquel otro hombre era su hermano mayor.
                               Edward había nacido lord Edward James Ellington. Su padre era el duque de Blake. El título de duque debía de heredarlo su hermano mayor, lord Terence. Pero, en aquellos momentos, el título había recaído sobre Edward. Y no sabía qué hacer.
                              Terence había muerto y Edward sabía que Susan se había ido a vivir a la isla de Piel en compañía de su hermana mayor, Melinda, y de la prima de ambas, Karen.
                               Susan y Edward habían sido amigos desde que a ambos les alcanzaba la memoria. Habían estado muy unidos.
                                Al llegar a la adolescencia, Edward empezó a mirar a Susan con otros ojos y descubrió que aquella muchacha era la elegida de su corazón. Deseaba casarse con ella.
                              Entonces, Susan fue presentada en sociedad. Y, para dolor de Edward, se enteró de que iba a casarse con Terence.
                               Sentado en la barca, Edward pensó que era irónico porque había heredado el título de duque. Y no quería ese título.
                               Ni siquiera le deseaba la muerte a Terence. Su hermano mayor se había portado de manera miserable. Lord Derby había hecho lo que debía. Pero a sus padres les había costado demasiado trabajo asimilar lo ocurrido.
                               Dentro de nada, estaría en Piel. Sus padres no tardarían en reunirse allí con él porque también deseaban escapar de Londres.
                                Susan estaría en Piel y él no tardaría en ir a verla. Los duques de Blake habían sorprendido a Edward con el anuncio de que pensaban en buscarle una esposa. Ahora, el futuro duque de Blake era él. Tenía que cumplir con su cometido. Y su padre estaba muy cansado.
-Mi familia vendrá a reunirse conmigo en unos días-respondió Edward-Hemos arrendado el castillo.
-¿Van a vivir en el castillo?-se asombró el barquero.
-Digamos que haré realidad mi sueño de vivir en un castillo. Los caballeros viven en un castillo.
                                Corrían los primeros días del mes de febrero del año 1859.
                                Hasta donde Edward sabía, Susan tenía veintiún años. La misma edad que tenía él en aquel momento.

                                Susan se sintió realmente halagada cuando se enteró, al poco tiempo de ser presentada en sociedad, que el apuesto lord Terence Ellington, futuro duque de Blake, estaba interesado en ella. Incluso, se había decidido a pedirle permiso a lord Derby para ir a cortejarla. Permiso que le fue concedido inmediatamente.
                               Salían a pasear por Hyde Park acompañados por una carabina.
                               Terence sólo la había besado de manera casta. Rara vez la había besado con más pasión. La besaba en la frente o la besaba en las mejillas. Rara vez la había besado en los labios.
                               Ignoraba que Karen estaba también interesada en Terence.
                               Su prometido lo sabía y había sido tan arrogante que había empezado a robarle besos a Karen.
                                Empezó a hacerle falsas promesas de amor. Y los besos que le daba a escondidas en Green Park se tornaron cada vez más apasionados.
                                Karen se volvió loca de amor por Terence. Llegó a pensar que él estaba dispuesto a abandonar a su prima Susan para irse con ella. Susan tenía dieciocho años en aquella época. No sabía gran cosa del amor. Pero Karen tenía veintidós años. Y estaba realmente asustada. Podía no llegar a casarse nunca. ¿Y si nunca se casaba?
                                  Melinda, la hermana mayor de Susan, tenía veinticinco años. Karen la notaba extraña.
                                   A pesar de que ya sabía que su prima estaba embarazada, Karen se arrojó en los brazos de Terence la noche en la que éste se arrojó en sus brazos. Correspondió a cada uno de los besos ardientes que Terence le dio.
                                   A la mañana siguiente, estalló la tragedia. La doncella que Karen compartía con sus primas entró en su habitación sin llamar. En aquel momento, Terence se estaba vistiendo y la doncella le reconoció como uno de los pretendientes de Susan. Se decía que pensaba casarse con ella.
                                 La doncella empezó a chillar y sus gritos alertaron a lord Derby. Cuando entró en la habitación de su sobrina, Terence todavía no se había marchado.
                                 El conde no lo dudó. A pesar de lo furioso que estaba porque el futuro duque de Blake había deshonrado a su sobrina, tuvo la sangre fría de desafiarle.
-Exijo una reparación para mi hija y para mi sobrina-afirmó-Escoja a sus padrinos.
                                    Karen recordaba de manera vaga lo que ocurrió los días posteriores. El día del duelo llegó. Fue al día siguiente. Y...
                                    Fue un duelo justo. Terence disparó primero y alcanzó a lord Derby en un hombro. Pero el conde disparó y alcanzó a Terence en el pecho. En el corazón...Terence falleció en el acto. Y aquella misma doncella chismosa volvió a irse de la lengua.
                                      Informó a lady Derby de que Melinda llevaba meses sin manchar sus paños con su menstruación. Salió a la luz que la joven estaba esperando un hijo sin estar casada y se negó a revelar quién era el padre del hijo que esperaba. Fue todo sacado de una pesadilla.
                                   Melinda, Karen y Susan se vieron forzadas a partir en dirección a la isla de Piel. Lugar en el que seguían viviendo recluidas. Prisioneras...
                                     Susan pensó en todo eso mientras permanecía encerrada en su habitación. Contemplaba sentada en el alfeizar de la ventana de su habitación el horizonte. Nunca saldremos de aquí, pensó.
                                      Terence estaba muerto. El pequeño Francis estaba muerto. Pero ellas seguían viviendo allí. A veces, se sentía tentada a preguntarle a Melinda quién la había dejado embarazada. Francis estaba muerto. Podía contarle la verdad. Pero no se atrevía a dar aquel paso.


viernes, 10 de octubre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Hoy, empiezo a subir y de manera diaria (al menos, ésa es mi intención) mi relato Boda por amor. 
Deseo de corazón que os guste y que disfrutéis de él.

-No sé qué estamos haciendo aquí-protestó lady Karen mientras contemplaba las ruinas de un antiguo monasterio-¡El niño ya está muerto! Se supone que podemos regresar a Londres. La gente ya no hablará de nosotras nunca más mal.
                          Había aceptado salir a dar un paseo con su prima Susan.
-No me apetece regresar a Londres-replicó la joven.
-Todavía hay esperanzas para ti, querida-opinó Karen-De las tres, todavía eres virgen. Mi tío puede buscarte un marido.
-No me apetece casarme.
                           Lady Susan Knight-Birdwell era la hija menor del conde de Derby.
                          Su hermana mayor, lady Melinda, había sido exiliada a la isla de Piel. Una isla pequeña en la que vivían pocas personas situada en el condado de Cumbria.
                           Melinda iba camino de convertirse en una solterona. Había estado en sociedad durante la friolera de ocho temporadas sin aceptar ninguna de las propuestas de matrimonio que le ofrecieron. Karen tuvo que ayudar a su prima cuando ésta se quedó embarazada sin estar casada. Durante los primeros meses de gestación, Melinda pasó el embarazo encerrada en casa. Se lo confió a su prima, la cual aceptó ayudarla, pese a que estaba viviendo su propia historia de amor. Jamás se le ocurrió imaginar que podría acabar como Melinda. En aquel aspecto, Karen tuvo suerte.
                             Entre las dos, ensancharon la cintura de todos los vestidos de Melinda. De aquel modo, el embarazo pudo pasar desapercibido.
                              Pero la doncella que compartían Melinda, Susan y Karen informó a lady Derby de que su hija mayor ya no manchaba paños con su menstruación desde hacía cinco meses. Aquella doncella era una auténtica cotilla.
                              Y, por supuesto, lord Derby no tardó en enterarse. El escándalo que se originó fue memorable.
                             Susan todavía escuchaba los gritos que profirió aquella aciaga tarde su padre. El interrogatorio al que Melinda fue sometida para averiguar la identidad del padre del hijo que esperaba fue durísimo. Pero Melinda guardó silencio.
                              Karen se dio cuenta de que estaba sudando. Pero, al mismo tiempo, sentía frío.
                              Era una sensación de incomodidad familiar la que le embargaba cuando estaba cerca de Susan.
-¿Tú sabes algo acerca de la paternidad de tu sobrino?-quiso saber Karen-Mel nunca me ha contado quién la embarazó. A lo mejor...
-A mí tampoco me ha contado nada-contestó Susan.
                             Se arrepentía de haber aceptado salir a dar un paseo con su prima.
-De todos modos, Mel tendría que sentirse aliviada-opinó Karen.
-Ha perdido a su único hijo-le recordó Susan, espantada.
-¡Pero ese niño era un incordio para ella! No soy quién para juzgar los designios de Dios. Pero...
-¡Sigue hablando y te abofeteo! Llevo dos años deseando abofetearte. ¡No eres quién para hablar mal de mi hermana!
                             Pero Susan no quería discutir con su prima.
-Estás todavía furiosa por lo de Terence-observó Karen con amargura-Fue mío. Pero no volverá a ser mío nunca más.
                             La noticia del embarazo de Melinda se extendió por todo el lujoso barrio de Mayfair, donde vivía el conde de Derby con su familia. El escándalo fue mayúsculo. Melinda, Susan y Karen abandonaron de madrugada el barrio.
                             Las enviaron a la isla de Piel donde vivía la anciana tía de lord Derby, lady Sarah Jane Knight-Birdwell. Se trataba de una anciana solterona que tenía setenta y cinco años en aquel entonces. Melinda se hizo pasar por viuda. De aquel modo, ofrecía una imagen respetable a los pocos habitantes de la isla. Por supuesto, su tía abuela sabía la verdad.
                             Era de noche.
                             De manera clandestina, Melinda dio a luz a su hijo ilegítimo.
                             Habían pasado dos años desde aquel día.
                             Se rumoreaba que el padre del hijo de Melinda era uno de los numerosos libertinos que abundaban en Londres. Sin embargo, nadie quería asumir la paternidad de aquel pequeño.
                             Una vez que tuvo a su hijo en brazos, Melinda se olvidó de todo. Se volcó de lleno en el cuidado de aquel niño. Contó con la ayuda inestimable de su hermana menor, de Susan. Pero su prima Karen parecía vivir ajena a aquel niño.
                             Melinda colocó la cuna en la que iba a dormir su pequeño junto a su cama. Era ella la que le daba de mamar. La que le sacaba a pasear por la isla. Se sentía orgullosa de él. Por supuesto, su hijo iría a estudiar a Harrow. De allí, pasaría a estudiar a Eton.
                              El pequeño Francis, como le llamó, era toda su vida.
                              Y Susan llegó a adorar a aquel pequeño.



                 Karen estaba furiosa con su tío. Pero sólo Susan conocía los motivos de aquella rabia. Prefería guardar silencio. También ella estaba dolida. Pero estaba dolida con Karen.
                  Susan no quería pensar en casarse. Por aquel motivo, decidió volcarse en el cuidado de su sobrino Francis.
                   Entre Melinda y ella, le enseñaron a hablar. El niño balbuceaba sus primeras palabras. Y ellas le escuchaban con arrobo.
                    Le enseñaron a caminar. Francis empezó a dar sus primeros pasos él solo antes de cumplir su primer año de vida. Y tanto su madre como su tía materna lo celebraron.
                    Melinda y Susan se tiraban en el suelo para jugar con él. La tía Sarah Jane se quejaba de lo molesto que era aquel niño. Pero tanto Melinda como Susan la ignoraban. Sólo tenían ojos para el pequeño Francis.
                   La tía Sarah Jane falleció meses después del nacimiento de Francis. Legó su casa a sus tres sobrinas nietas, es decir, a Melinda, a Karen y a Susan. De modo que las tres jóvenes pudieron quedarse allí. Lo agradecieron. Aunque, en su fuero interno, Karen deseaba regresar a Londres.              
                 Sin embargo, la desgracia volvió a cebarse sobre Melinda. Semanas después del primer cumpleaños del pequeño Francis, el niño moría. Un día, despertó con una fiebre muy alta.
                       El médico hizo todo lo posible por salvarle la vida al niño. Sin embargo, a pesar de todo, Francis fallecía dos días después. Además de la fiebre, el niño sufría vómitos y diarrea. No se pudo hacer nada por salvarle la vida.
                        Desde que regresó del cementerio de enterrar a su hijo, Melinda estaba en estado catatónico. Casi no hablaba. Casi no comía. Lo único que hacía era llorar.
                       Había pasado un año desde aquel día.

jueves, 9 de octubre de 2014

ISLA DE PIEL

Hola a todos.
Hoy, os quiero enseñar una foto de un bonito lugar que se encuentra en Inglaterra.
Se trata de la isla de Piel.
Y es verdad que este lugar existe.
Boda por amor, el relato que verá la luz en este blog, transcurre en esta isla.
La isla pertenece a la ciudad de Barrow-in-Furness, en el condado de Cumbria.
Podéis encontrar los restos de un castillo y de un monasterio medieval. También se sabe que hubo una posada en el siglo XIX.
La isla está habitada por poquísimas personas y existe un ferry que lleva hasta allí a turistas. Se ha convertido en un refugio para las aves marinas.
En la época en la que transcurre Boda por amor, la protagonista, Susan, vive en la isla en una especie de exilio impuesto a su hermana mayor, pero al que ella y su prima deben de acompañar hasta que los padres acuden a reunirse con ellas.
Es el lugar adecuado para que alguien pueda refugiarse de todo. Como una forma de estar oculto. Pero nadie está oculto mucho tiempo. Ni siquiera se pueden esconder los sentimientos.
Y eso es algo que Susan descubre a lo largo de este relato.

miércoles, 8 de octubre de 2014

NUEVA HISTORIA TERMINADA EN ESTE BLOG

Hola a todos.
¡Ni me acordaba de cuándo fue la última vez que entré en este blog!
Pero he decidido que sea precisamente aquí donde vea la luz una de mis historias.
La he terminado hace unos pocos días. La empecé y la dejé cuando sólo iba por media hoja. Sin embargo, hace cosa de una semana que me decidí a terminarla.
Me ha quedado un relato corto y sencillo, pero, al mismo tiempo, muy bonito.
Se titula Boda por amor. Y cuenta una historia de amor.
Nos trasladamos hasta la isla inglesa de Piel a mediados del siglo XIX.
Allí, vive la joven Susan, miembro de la nobleza rural. Está perdidamente enamorada del apuesto Terence, con el que ha vivido un corto romance. Terence fallece de manera vergonzosa y Susan actúa como si fuese su viuda. El padre de la joven anuncia, para horror de ésta, el compromiso con el hermano menor de Terence y que fue amigo de Susan en su niñez, Edward. Éste siempre ha estado enamorado de Susan, pero, sabedor de lo que ella sentía por su hermano mayor, se ha mantenido en un segundo plano. Hasta ahora...
¿Podrá Edward ganarse el corazón de Susan?
Todos los días, a partir de mañana, y siempre que pueda, subiré un trocito de esta bonita historia de amor.
Deseo de corazón que disfrutéis leyéndola.

jueves, 4 de septiembre de 2014

LO QUE HE APRENDIDO

Hola a todos.
Es ya mucho tiempo escribiendo.
Uno no nace sabiendo. A lo largo de la vida, tanto si escribes como si haces otras cosas, aprendes muchas cosas.
Yo he aprendido varias cosas en estos años que llevo escribiendo.
-Estoy aprendiendo a no alargar más de lo necesario cuando escribo una novela. Intento no irme por las ramas porque la historia se pierde entre tanta paja.
-Todos los personajes necesitan o desean algo.
-He aprendido a no reprimir los actos de mis personajes. Es decir, no descarto que mi querido Jonathan Lennon le vuele la cabeza a su verdadero padre por c...
-He aprendido a escribir lo que quiero. Me gustan que mis protagonistas femeninas tengan un carácter tranquilo, pero que tengan iniciativa. Me gustan que mis protagonistas masculinos sean unos auténticos caballeros, pero que también sean apasionados. Que no se hayan cepillado a todo bicho viviente, pero, que de tener experiencia, sea porque ha tenido una relación amorosa larga o hayan estado casados previamente.
-He aprendido a documentarme. Me documento, principalmente, sobre los usos y costumbres de la época, un poco sobre el vestuario y sobre el lugar donde transcurre la historia. Me divierte y ya no encuentro tan pesado como lo encontraba antes.
-He aprendido a corregir para que no haya incoherencias ni faltas de ortografía.
Todavía me queda un largo camino y todavía me quedan muchas cosas por aprender.

domingo, 24 de agosto de 2014

DOLOR

Hola a todos.
Me he decidido a subir a este blog el borrador de una de mis historias.
Si os fijáis bien, está muy poco desarrollada.
Cuenta la historia de una joven que está enamorada de un hombre casado y sufre porque él está loco de amor por su mujer. Un amor que es correspondido por ésta.
Transcurre en una pequeña isla hindú durante la época colonial.
Os ruego que me indiquéis en qué me he equivocado y qué cosas puedo corregir. Os lo agradecería de corazón.

DOLOR

ISLA WHEELER, EN EL ESTADO DE ORISSA, LA INDIA, 1876

            Jason estará en estos momentos besando a Emily, su mujer…Jason estará a su lado y le dirá cosas bonitas mientras ella le besa con amor…Algo que jamás podré hacer yo…
            Emily es apenas una chiquilla de diecisiete años. Pero ella tiene algo que yo no tendré nunca. Tiene a Jason…Tiene el amor de Jason…Incluso Kimberly asegura que un chico de veinte años (veinticuatro, en realidad) no puede casarse con una cría de diecisiete…Emily y Jason se casaron hace poco…Y eso me destrozó el corazón…Emily tiene el cabello de color castaño oscuro y liso y siempre lo lleva suelto, pero se lo recoge con lazos. A Jason le gusta besarla en las mejillas en público…O la besa con pasión en los labios…Tiene unos bonitos ojos de color verde mar y eso es lo que quizás haya llamado la atención de Jason.
Eso y el hecho de que el padre de Emily es el Gobernador del Estado de Orissa. Podría entender que Jason se haya casado con Emily porque él es pobre y quiere prosperar en la vida mediante un matrimonio de conveniencia. Mi padre opina que Jason se ha casado con Emily porque está loco de amor por ella. No le importa el dinero de ella. No le importa que su padre sea el Gobernador. No le importa nada. Tan sólo le importa ella. Emily…
-Desde que la conoce, nunca ha estado con otra mujer-opina mi padre-Y antes era un calavera…Esa joven le ha vuelto loco…
-¡Ojalá estuviera yo en su lugar!-pienso-¡Ojalá fuese yo Emily!
            El día de su boda, les vi besarse a la salida de la Iglesia mientras los invitados les tiraban arroz y creí que mi corazón se rompía en mil pedazos.
-Ese joven te ha hecho llorar mucho, Livy-comenta mi padre.
            Enloquezco cuando pienso en las manos de Jason acariciando el cuerpo de Emily…Me lo imagino jugueteando con el pelo de ésta…Pienso en los besos que se dan…Jason cubrirá de besos la cara de Emily cuando estén en la cama…Ellos son un matrimonio apasionado…Incluso llegará a lamer el cuello de Emily…
            No saldré nunca más de este rancho, no iré a la ciudad y así no le veré con Emily.
            Imagino la lengua de Jason recorriendo los pechos de Emily mientras los dos están desnudos en la cama. Quizás él llegue a besarle el vientre…Puede que incluso le bese los muslos…Y me imagino a Emily cubriendo de besos el torso de Jason…Y quizás lamiendo su vientre…
            Intento no pensar en la boca de Jason pegada a la boca de Emily.
            En estos momentos, pienso de pronto, Jason estará succionando con sus labios los pezones de Emily…
-¡Tengo que sacarme a Jason de la cabeza!-me digo de pronto-Estoy obsesionada con él. No me extraña que mi me quiera enviar a Calcuta. Sólo pienso en él…Jason está enamorado de Emily y jamás ha sentido algo por mí…sólo tiene ojos para Emily…
-No hace falta que me lo digas-le espeto-Mis ojos son testigos de cómo quiere a su Emily.
            ¿Cómo ha podido fijarse en alguien como Emily cuando yo tengo los ojos más bonitos de toda la ciudad? Mis ojos son muy similares a los de Emily. Pero Jason no lo piensa cuando está con ella en la cama y la besa…Cuando ella lo besa en el lecho…
            Están juntos en estos momentos. Se estarán dando besos largos y apasionados…Se estarán llenando de besos, no sólo las caras, sino también los cuerpos…y quizás se estén lamiendo…mordiendo…
-¡Basta!-exclamo-¡No sigas! No es cierto todo lo que me estás diciendo…Jason se casó con Emily porque buscaba a una niña tonta y no a una mujer inteligente. 
            Emily, en cambio, sí lleva vestidos…
Pasan por mi cabeza imágenes de Jason y Emily juntos. La lengua de Jason hurgando en el ombligo de Emily…Los labios de Jason besando suavemente las rodillas de Emily…Veo a Jason besando la espalda de Emily en toda su extensión…Y veo la boca de Emily perdiéndose entre las piernas de Jason, buscando con sus dientes…¡No! ¡Eso no!
            ¿Qué sentiría si fuera Jason el que estuviera bajo el agua?, me pregunto mientras pongo la lavadora. ¿Qué haría si estuviera Jason desnudo, fuera, a escasos metros de mí? Intento no pensar en eso…Soy una dama…al menos, eso es lo que todo el mundo pretende que sea.
            Intento no pensar en lo que pasaría si Jason estuviera bajo el agua… Greg se enjuaga mientras yo intento no pensar en Jason.
            Veo a Emily paseando por la calle cogida del brazo de Jason. Yo estoy paseando con mi padre cuando los veo. Lo malo viene cuando se acercan a nosotros.
-¡Hola, Olivia!-me saluda Emily con su voz infantil.
-Hola, Em-la saludo a mi vez, llamándola Em para demostrarle lo insignificante que es para mí, pero ella no se da por aludida.
-Jason y yo estábamos paseando y, qué casualidad, te hemos visto a ti y a tu padre-se jacta Emily. Se dirige a mi padre-¿Cómo se encuentra usted, Sean?
-Ya me ves cómo estoy, querida niña-sonríe mi padre-De maravilla. ¿Y tú? ¿Y este mequetrefe de marido que tienes?
-¡Oh, Jason no es ningún mequetrefe!-se ríe Emily-Se lo puedo asegurar.
-No hace falta que digas nada-le digo-Nos lo imaginamos. ¿Qué hacéis?
-Dando un paseo-contesta Emily.
-Te noto un poco rara, Olivia-observa Jason-¿Estás bien? Te has puesto…blanca…
-No es nada-miento.
-¿Seguro?-inquiere Emily-A Jason y a mí nos molestaría mucho que te pusieras enferma. Te tenemos mucho cariño.
-Os…lo agradezco…De verdad.
-Bueno, seguid disfrutando del paseo…¡hasta la vista!
            Jason rodea con su brazo la cintura de Emily. Incluso le besa la frente y le besa también la sien y la mejilla cuando se alejan. Yo los miro con odio porque están enamorados…Y no hay derecho a que ellos…
            Y ha optado por salir a pasear con la odiosa de Emily.
            Mi padre cree que, enviándome a vivir a Calcuta, no estaré pensando por las noches que Jason estará mordiendo los pechos desnudos de Emily…Que no pensaré en que Emily estará lamiendo el torso y el vientre desnudo de Jason…
            Y todo porque soy joven y hermosa y no quiero ser una cursi pedante…como Emily. La estúpida esposa de Jason. La zorra que me lo ha quitado.
-¿Sabes lo que te pasa? Que estás furiosa desde que el bello Jason se casó con la bella Emily y te mandó a la mierda.
            No voy a llorar delante de este hijo de puta, me digo. Cierto es que estoy furiosa desde que Jason se casó con la idiota de Emily. Pero no quiero que este gilipollas sepa que ha sabido dar en el clavo.
            Él y Emily no eran novios cuando le conocí. Él la conoció después…Y le gustó su imagen de damisela cursi en lugar de la mía de mujer audaz.
El problema está en que el hombre a quien yo escogí no me escogió a mí, sino a otra.
            Maldigo a Emily porque lo tiene atontado.
            Hasta que encuentro en mitad del camino a Jason y a Emily, fundidos en un abrazo apasionado.
            Lloro porque Jason no se fija en mí. Lloro porque, aunque todo el mundo me dice que, a pesar de todo, soy una beldad, mi hermosura no me sirve para enamorar al hombre que amo.
-Pero yo amo a Emily-me contesta Jason con frialdad.
Él me hace señas para que me detenga y no avance más mientras besa la frente de Emily.
            Sus manos acarician el pelo castaño de ella. Veo cómo los labios de Jason recorren el cuello de Emily. Cómo sus bocas se juntan la una con la otra…Cómo se funden en un apasionado beso…
-Yo no te amo, Olivia; estoy enamorado de Emily y siempre lo estaré-me contesta Jason sin mirarme, mirando a Emily.
-¡No puedes amar a esa pánfila!
            Otro apasionado beso que le da Jason a Emily indica claramente que sí ama a esa pánfila.
            Emily grita entusiasmada al escuchar que Jason la ama y cubre de besos apasionados el rostro del hombre al que amo.
-Enamorada de un hombre que para ella jamás será porque su corazón a otra pertenecerá…
            ¿Y Jason y Emily? Jason y Emily sí se aparean como los caballos y las yeguas porque ella tiene en el cuerpo marcas de los mordiscos que le da Jason cuando están en la cama. Mi estómago se revuelve y me lleno de odio cuando pasan por mi cabeza imágenes de Jason mordiendo los muslos de Emily. De terminar con la agonía que supone para mí el amar y saber que el objeto de tu amor no te ama, sino que ama a otra mujer…Una jovencita mucho más joven que yo…Una niña estúpida que todavía viste con tonos pastel…Que deja que él la acaricie…Que muerda sus pechos hasta hacerle sangre…Que la bese como si quisiera devorarla…
            Me impide pensar en Jason besando a Emily…Jason lamiendo el cuerpo de Emily…Emily abrazando a Jason… Acariciando a Jason…Besando a Jason…Quiero olvidarme y no pensar más en Jason y Emily, que estarán en estos momentos besándose con ardor en la cama mientras yo me alejo cada vez más de ellos.
            Pienso en Jason, que besará y abrazará esta noche a Emily.
            La acariciará y la besará y no pensará en mí.
            Pienso en Jason y creo odiarle tanto como le amo porque nunca me ha mirado con otros ojos que no fueran los de la amistad y porque mira a Emily de la misma manera que mi padre mira a Kimberly.
                 Y yo sufro. Sufro porque mi amor no es correspondido. 

sábado, 9 de agosto de 2014

UNA FRASE DE MAHATMA GANDHI

Hola a todos.
Sobran las palabras para hablar de uno de los principales impulsores de la independencia en La India, Mahatma Gandhi.
Sobran las palabras para hablar de un hombre que peleó sin usar la violencia. Que usó la paz como su mayor arma. Y que se opuso al derramamiento de sangre. Libertad e independencia para su pueblo, sí, pero no a costa de la sangre derramada de los demás.
Con esta frase, Gandhi nos da un buen consejo.

Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.

viernes, 8 de agosto de 2014

EPÍLOGO DE "LA CHICA DE LOS OJOS GRISES"

Hola a todos.
Me he animado a escribir un epílogo dividido en varias partes de mi relato La chica de los ojos grises. 
Y nos centraremos en cómo es la vida de recién casada de lady Stella con sir Edmund. Y veremos cómo Samantha se enfrenta a la fecha de su boda.

                               Al día siguiente de la boda, Samantha aceptó salir a dar un paseo por el río Adyar en compañía de Maude.
                                Samantha tenía la mente puesta en otra parte. Maude le decía que le había llegado el momento a ella de casarse.
-No quiero que cometas el mismo error que he cometido-le exhortó la joven.
-Eres joven-le recordó Samantha-Todavía puedes casarte.
                               Pero Maude pareció no escucharla. Samantha creyó que su hermana estaba más ilusionada que ella con su boda. Y sintió que no era justo.
-¡Deberías de casarte tú con mister Halliwel!-protestó Samantha-¡Yo nunca le amaré!
                              Maude le fulminó con la mirada. Le repitió por enésima vez a su hermana menor que no iba a encontrar mejor partido que aquel hombre. ¿O acaso quería convertirse en una solterona?
-Tienes que casarte-insistió Maude-Gabriel nunca va a volver. Está muerto. ¿Lo has olvidado?
-Pero yo siempre amaré a Gabriel-le aseguró Samantha con firmeza.
-Eso no te impedirá que puedas casarte con otro hombre. Trata de complacer a mister Halliwell. Sé obediente. Y todo irá bien. De verdad...



                          Samantha se echó a llorar. Jamás de los jamases iba a poder olvidar a Gabriel.
-Vi el cadáver de mi amado-le confesó a Maude.
-Lo siento-dijo su hermana.
                          Samantha respiró hondo.
-Haré todo lo que tú me has dicho que haga-cedió la joven-Trataré de ser una buena esposa para mister Halliwell. Veo que Stella es feliz en su matrimonio con sir Edmund Templewood. Supongo que yo también seré feliz al lado de mister Halliwell.
                        Sin embargo, Samantha estaba llorando. Aún así, estaba resignada a su suerte.

jueves, 7 de agosto de 2014

DIGNO DE VIVIR

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros una frase de la filosofía zen que estoy aplicando en mi vida y que creo que todo el mundo debería de aplicarse.

Todo lo que vivimos es digno de ser vivido.

¡Y es cierto! Nuestra vida, con sus buenos días, con sus malos días, con sus alegrías, con sus penas, con su rabia, con sus errores y con sus aciertos, merece la pena ser vivida.

miércoles, 6 de agosto de 2014

"LA TÍA TULA", DE MIGUEL DE UNAMUNO

Hola a todos.
Hoy, os dejo con un nuevo fragmento de la que es, posiblemente, la novela más conocida de Miguel de Unamuno.
Se trata de La tía Tula. 
A simple vista, puede contar una historia que se ha tratado en muchas novelas románticas. Una mujer casada y con hijos muere. La hermana se ocupa de los hijos y surge una atracción entre la hermana y el marido de la difunta. En las novelas románticas que podemos leer, esta historia termina con la boda de la pareja, es decir, con final feliz.
Pero La tía Tula cuenta algo distinto.
Unamuno realiza una feroz crítica a la sociedad represiva que le tocó vivir. Una represión de la que fueron víctimas especialmente las mujeres. Gertrudis, a la que todo el mundo llama Tula, y Rosa son hermanas. Rosa está casada con Ramiro, con el que tiene dos hijos. Tula va camino de convertirse en una solterona. A pesar de que tiene varios pretendientes, los rechaza a todos. Rosa muere y Tula se hace cargo de la casa y de los niños. Entre Ramiro y Tula se respira una fuerte tensión sexual, pero ella vive reprimiendo su sexualidad y sus deseos carnales porque piensa que están mal.
Os dejo con este fragmento que describe muy bien el carácter de la protagonista.

Y era lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis se estaba desencadenando una brava galerna. Su cabeza reñía con su corazón, y ambos, corazón y cabeza, reñían en ella con algo más ahincado, más extrañado, más íntimo, con algo que era como el tuétano de los huesos de su espíritu.

 Portada de La tía Tula, de Miguel de Unamuno.

lunes, 4 de agosto de 2014

FRAGMENTO DE "NIEBLA"

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un fragmento de una novela de Miguel de Unamuno.
Se trata de Niebla. 
Esta novela vio la luz por primera vez hace ya cien años exactamente, en el año 1914, aunque Unamuno la escribió años antes, en 1907.
En el inicio desconcertante de esta historia, Unamuno recibe la visita del personaje que ha creado, Augusto. Unamuno interactúa con Augusto y, al mismo tiempo, vemos cómo se desarrolla, no sólo la historia de Augusto, sino también la historia de otros personajes.
Miguel de Unamuno fue un escritor y filósofo español que perteneció a la conocida como la Generación del 98.
En Niebla, al hablar el personaje de Augusto con Unamuno, el escritor que le ha creado, la línea que separa la realidad de la ficción desaparece. Realidad y ficción se dan de la mano en esta interesante novela.

–No se sueña dos veces el mismo sueño. Ese que usted vuelva a soñar y crea soy yo será otro. Y ahora, ahora que está usted dormido y soñando y que reconoce usted estarlo y que yo soy un sueño y reconozco serlo, ahora vuelvo a decirle a usted lo que tanto... 

 Portada de la novela (nivola como él la llamaba) Niebla, de Miguel de Unamuno.


domingo, 3 de agosto de 2014

UNA FRASE DE ADOLFO BIOY CASARES

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros una frase del escritor argentino Adolfo Bioy Casares.
A pesar de que se hace mucho hincapié en su obra en la vida tanto política como social de su Buenos Aires natal, había una gran carga fantástica en sus obras.
Su estilo es depurado.
Hay una gran carga de comedia y de parodia en todos sus libros.
En el año 1990, recibió el Premio Miguel de Cervantes por toda su trayectoria.
Os dejo con esta frase:

Creyó por primera vez entender porqué se decía que la vida es sueño: si uno vive bastante, los hechos de su vida, como los de un sueño, su vuelven incomunicables porque a nadie interesan.

 Una foto de Adolfo Bioy Casares.

Fue íntimo amigo del gran Jorge Luis Borges.