sábado, 11 de octubre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi relato Boda por amor. 
Vamos a conocer las razones por las cuales la relación entre Karen y Susan son un tanto frías. De paso, conoceremos el porqué las dos acompañaron a Melinda en su exilio a la isla de Piel.
Y Edward se dirige también a la isla.

                               Aquella misma mañana, Edward alquiló una barca que le llevaría hasta la isla de Piel.
-¿Tiene familia en esa isla?-le preguntó el barquero.
                                Edward había llegado unos días antes a la ciudad de Barrow-in-Furness, donde había descansado tras haber hecho un viaje tan largo. De Londres hasta allí...Pero había pasado los dos últimos años de su vida viviendo en Dublín, ya que su madre era oriunda de aquella ciudad.
                                Edward había marchado a vivir a Dublín por un único motivo. No podía soportar el saber que su amada lady Susan Bettina Knight-Birdwell iba a casarse con otro hombre. Y aquel otro hombre era su hermano mayor.
                               Edward había nacido lord Edward James Ellington. Su padre era el duque de Blake. El título de duque debía de heredarlo su hermano mayor, lord Terence. Pero, en aquellos momentos, el título había recaído sobre Edward. Y no sabía qué hacer.
                              Terence había muerto y Edward sabía que Susan se había ido a vivir a la isla de Piel en compañía de su hermana mayor, Melinda, y de la prima de ambas, Karen.
                               Susan y Edward habían sido amigos desde que a ambos les alcanzaba la memoria. Habían estado muy unidos.
                                Al llegar a la adolescencia, Edward empezó a mirar a Susan con otros ojos y descubrió que aquella muchacha era la elegida de su corazón. Deseaba casarse con ella.
                              Entonces, Susan fue presentada en sociedad. Y, para dolor de Edward, se enteró de que iba a casarse con Terence.
                               Sentado en la barca, Edward pensó que era irónico porque había heredado el título de duque. Y no quería ese título.
                               Ni siquiera le deseaba la muerte a Terence. Su hermano mayor se había portado de manera miserable. Lord Derby había hecho lo que debía. Pero a sus padres les había costado demasiado trabajo asimilar lo ocurrido.
                               Dentro de nada, estaría en Piel. Sus padres no tardarían en reunirse allí con él porque también deseaban escapar de Londres.
                                Susan estaría en Piel y él no tardaría en ir a verla. Los duques de Blake habían sorprendido a Edward con el anuncio de que pensaban en buscarle una esposa. Ahora, el futuro duque de Blake era él. Tenía que cumplir con su cometido. Y su padre estaba muy cansado.
-Mi familia vendrá a reunirse conmigo en unos días-respondió Edward-Hemos arrendado el castillo.
-¿Van a vivir en el castillo?-se asombró el barquero.
-Digamos que haré realidad mi sueño de vivir en un castillo. Los caballeros viven en un castillo.
                                Corrían los primeros días del mes de febrero del año 1859.
                                Hasta donde Edward sabía, Susan tenía veintiún años. La misma edad que tenía él en aquel momento.

                                Susan se sintió realmente halagada cuando se enteró, al poco tiempo de ser presentada en sociedad, que el apuesto lord Terence Ellington, futuro duque de Blake, estaba interesado en ella. Incluso, se había decidido a pedirle permiso a lord Derby para ir a cortejarla. Permiso que le fue concedido inmediatamente.
                               Salían a pasear por Hyde Park acompañados por una carabina.
                               Terence sólo la había besado de manera casta. Rara vez la había besado con más pasión. La besaba en la frente o la besaba en las mejillas. Rara vez la había besado en los labios.
                               Ignoraba que Karen estaba también interesada en Terence.
                               Su prometido lo sabía y había sido tan arrogante que había empezado a robarle besos a Karen.
                                Empezó a hacerle falsas promesas de amor. Y los besos que le daba a escondidas en Green Park se tornaron cada vez más apasionados.
                                Karen se volvió loca de amor por Terence. Llegó a pensar que él estaba dispuesto a abandonar a su prima Susan para irse con ella. Susan tenía dieciocho años en aquella época. No sabía gran cosa del amor. Pero Karen tenía veintidós años. Y estaba realmente asustada. Podía no llegar a casarse nunca. ¿Y si nunca se casaba?
                                  Melinda, la hermana mayor de Susan, tenía veinticinco años. Karen la notaba extraña.
                                   A pesar de que ya sabía que su prima estaba embarazada, Karen se arrojó en los brazos de Terence la noche en la que éste se arrojó en sus brazos. Correspondió a cada uno de los besos ardientes que Terence le dio.
                                   A la mañana siguiente, estalló la tragedia. La doncella que Karen compartía con sus primas entró en su habitación sin llamar. En aquel momento, Terence se estaba vistiendo y la doncella le reconoció como uno de los pretendientes de Susan. Se decía que pensaba casarse con ella.
                                 La doncella empezó a chillar y sus gritos alertaron a lord Derby. Cuando entró en la habitación de su sobrina, Terence todavía no se había marchado.
                                 El conde no lo dudó. A pesar de lo furioso que estaba porque el futuro duque de Blake había deshonrado a su sobrina, tuvo la sangre fría de desafiarle.
-Exijo una reparación para mi hija y para mi sobrina-afirmó-Escoja a sus padrinos.
                                    Karen recordaba de manera vaga lo que ocurrió los días posteriores. El día del duelo llegó. Fue al día siguiente. Y...
                                    Fue un duelo justo. Terence disparó primero y alcanzó a lord Derby en un hombro. Pero el conde disparó y alcanzó a Terence en el pecho. En el corazón...Terence falleció en el acto. Y aquella misma doncella chismosa volvió a irse de la lengua.
                                      Informó a lady Derby de que Melinda llevaba meses sin manchar sus paños con su menstruación. Salió a la luz que la joven estaba esperando un hijo sin estar casada y se negó a revelar quién era el padre del hijo que esperaba. Fue todo sacado de una pesadilla.
                                   Melinda, Karen y Susan se vieron forzadas a partir en dirección a la isla de Piel. Lugar en el que seguían viviendo recluidas. Prisioneras...
                                     Susan pensó en todo eso mientras permanecía encerrada en su habitación. Contemplaba sentada en el alfeizar de la ventana de su habitación el horizonte. Nunca saldremos de aquí, pensó.
                                      Terence estaba muerto. El pequeño Francis estaba muerto. Pero ellas seguían viviendo allí. A veces, se sentía tentada a preguntarle a Melinda quién la había dejado embarazada. Francis estaba muerto. Podía contarle la verdad. Pero no se atrevía a dar aquel paso.


1 comentario:

  1. Uy veamos que pasa? Me gusta esta historia esta muy linda . Te mando un beso

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