Hacía mucho tiempo que no me pasaba por este blog.
Me gustaría subir aquí algunas escenas de mi relato La chica de los ojos grises.
Iba a subirlas en un primer momento a este blog, pero me arrepentí en el último momento. En teoría, Edmund, Stella y Maude iban a protagonizar un triángulo amoroso. Pero se me dan mal los triángulos amorosos.
De modo que Edmund y Stella quedaron directamente juntos y Maude quedó fuera de la ecuación.
Pero aquí os dejo esas escenas eliminadas a modo de curiosidad.
Stella era una joven perteneciente a la aristocracia que se había negado en redondo a viajar a Londres para celebrar su puesta de largo. Se decía que se había convertido en una auténtica belleza. Ella se reía al escuchar esos comentarios. ¿Cómo podían saber si era hermosa o no? A todas luces, no había viajado a Londres. Eso significaba que nadie la conocía.
Su mejor amiga, Samantha, estaba escandalizada por ello.
Al menos, antes de su presentación en sociedad en la metrópoli, era conocida en Quibble. No quiso salir de allí.
No había nacido en Londres y no le apetecía ir a un lugar desconocido para ella. La harían sentirse como una auténtica forastera. ¿Y qué era ella? Alguien que no tenía nada allí.
Abre los ojos, pensó con el corazón destrozado por el dolor.
El mar
había devuelto el cadáver del único hombre al que Samantha había amado.
Por suerte,
su mejor amiga estaba con ella en aquel lugar. Una improvisada morgue que había
hecho el médico.
Se estaban
rescatando los cuerpos de aquel naufragio. Huele a muerte, pensó la amiga de
Samantha.
-¿Estás bien?-le preguntó cuando el médico tapó el cadáver
de Gabriel, el hombre al que Samantha amaba con todas sus fuerzas.
-Estoy muerta-respondió la joven casi sin voz.
-¡Por el amor de Dios, amiga!
La amiga de
Samantha era una muchacha joven. Tenía la cara redonda, igual que la Luna
Llena. Su piel era blanca como la leche. Su cabello negro estaba recogido en un
moño holgado. Era una joven delgada. Y daba la impresión de ser una joven
delicada.
Destacaba
en ella una cosa. Sus ojos…Eran de un hermoso color gris oscuro. Eran unos ojos
grandes y de mirada profunda. Parecían adivinar lo que estaba pensando Samantha
en aquel momento. Había otras personas allí. Familiares de las víctimas del
naufragio.
-Te acompañaré a casa-le sugirió-Necesitas descansar.
-No quiero regresar a casa-se negó Samantha.Stella se dejó caer en una silla. Sentía que las piernas le temblaban con violencia. Miró con angustia a Samantha.
Su mejor amiga rompió a llorar. Había perdido al hombre que amaba con todo su ser.
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