viernes, 14 de noviembre de 2014

BODA POR AMOR

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Boda por amor, veremos cómo empieza a avanzar la relación entre Susan y Edward.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-Te sugiero que hagas caso a tu padre-le aconsejó Karen a Susan. Había ido a su habitación a desearle las buenas noches. Encontró a su prima ya acostada. Susan la miró con asombro-Lo hace por tu bien. No quiere que termines como hemos terminado Mel y yo.
-Me sorprende que digas algo semejante-admitió Susan-¿Has olvidado todo lo que ha pasado?
-Me temo que ninguna de las dos ha olvidado el pasado-se lamentó Karen-Pero eres joven. Y tienes derecho a ser feliz.
-No creo que pueda ser feliz nunca con Edward, Karen. Mi padre está cometiendo un terrible error al pretender casarme con él.

                              Los días fueron pasando. Edward iba a visitar todas las tardes a Susan. Pero se encontraba con que la joven no quería recibirle.
                               Toda la familia de Susan le hizo ver que estaba comportándose de un modo poco adecuado. Susan se sentía presionada por su familia.
                             De modo que decidió hablar con Edward. Una tarde, él se estaba marchando. Ya estaba en el jardín. Susan logró alcanzarle tras salir corriendo detrás de él.
-Lamento mucho mi comportamiento de estos días-se disculpó la joven.
-Entiendo tu actitud-admitió Edward.
-Todavía te veo como el niño con el que jugaba a las casitas. A ti no te gustaba. Pero siempre acababas jugando conmigo.
-La pena es que ya no somos unos niños, Susie.
-Las cosas han cambiado entre nosotros. Eso es lo que me da más pena. Todo fue por Terence.
-Te enamoraste de él.
-Hace tiempo que mi amor por Terence murió.
                       Dicho esto, Susan se dio media vuelta y se metió dentro de casa.
                       Se dirigió al salón. Su familia se encontraba allí.
                       Aprobaban el gesto que había tenido.
-Has hecho lo que debías, Susie-afirmó lord Derby-Ya es hora de que dejes atrás el pasado.
-¡No lo entiendes, papá!-se exasperó la joven-Cada vez que Edward y yo estemos juntos, él pensará en su hermano. En Terence...En cómo murió.
-He ido a visitar la tumba de Franklin. A veces, desearía dar marcha atrás y poder cambiar lo que pasó.
-Por eso mismo, papá. ¡No puedo casarme con Edward después de todo lo que ha pasado! No puedo casarme con Edward sin amarle. Y, siendo sincera, hace mucho que dejé de amar a Terence. Si es que llegué a amarle de verdad. Porque...Lo dudo.
-Lord Blake sigue deseando que tú seas su nuera. Edward será mejor marido para ti que Terence. ¡Hazme caso!
-¡No lo entiendes!

                             Susan pasó varias noches sin poder conciliar el sueño. Le atormentaba la idea de casarse con Edward. Recordaba cómo Terence la había cortejado. Cómo había confiado en él. Por suerte, tuvo el acierto de no entregarse a él. La habría deshonrado como deshonró a Karen.
                           A veces, pensaba que Terence había sido el padre de Franklin. No se atrevía a preguntárselo directamente a Melinda. Pero ella siempre había guardado un celoso silencio sobre la paternidad de su difunto hijo.
                        Finalmente, una tarde, Susan se decidió a abordar aquel tema. Intuía que la conversación que iba a mantener con Melinda iba a ser dolorosa. Pero necesitaba salir de dudas. Estaban las dos solas.
                        Se encontraban en el jardín dando cuenta cada una de una taza de té.
-¿Era Terence el padre de Franklin?-le preguntó Susan a bocajarro a su hermana mayor.
                         Melinda estaba tomando un sorbo de su taza de té y estuvo a punto de atragantarse.
-¿Qué dices?-se asombró.
-Necesito saber si Terence era el padre de Franklin-contestó Susan-Sólo eso...
                          Las dos hermanas estuvieron mirándose durante un largo rato. Los labios de Melinda temblaron de manera imperceptible. Y sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en su hijo. Susan esperó impaciente su contestación.
                         Melinda respiró hondo.
-Terence no era el padre de Franklin-se sinceró la joven-Te lo juro, Susie. Él nunca quiso tener nada conmigo. Decía que yo era una especie de palo de escoba con poco pecho.
-¿Y por qué no quieres contarnos quién era el padre de tu hijo?-se interesó la aludida.
-Porque eso ya no importa. Lo cierto es que ese hombre dejó de existir para mí desde que me abandonó. Me deshonró y me abandonó. Una historia muy vulgar...Pero te juro que fui feliz durante el tiempo que Franklin estuvo conmigo. Desde que mi niño murió, una parte de mí está muerta.

 

                           Melinda se llevó su taza de té a los labios para beber un sorbo. Pero su mano tembló.
-¡Oh, Mel!-se dolió Susan.
-Quién engendró a mi niño ya no importa-afirmó la aludida.
-Perdóname, Mel. No quería herirte.
-No pasa nada. Tienes derecho a saber la verdad. Terence era un canalla. Pero nunca intentó seducirme.

                             Edward iba a ver a Susan todas las tardes. Sin embargo, lejos de evitarle, la joven empezó a salir con él a dar un paseo acompañada por la doncella que compartía con Karen y con Melinda. Susan sentía que algo había cambiado en su interior.
                             Volvía a sentir que podía contarle cualquier cosa. Como hacía cuando era más pequeña.
                             Pasaban por delante de la posada The Ship Inn. Era como un vecino más de la isla. Su trato afable le había granjeado la amistad de todos los vecinos. Incluso, se sabía que era invitado por los pescadores a dar cuenta con ellos de una jarra de cerveza. Era un joven sencillo y amable. ¡Y tenía una sonrisa tan bonita!
                         No se parecía en nada a Terence.
                         Edward no era Terence.
                         Una tarde, la doncella de Susan se detuvo para saludar a una conocida.
                         Estaban en la zona más alta de la isla. En aquel lugar se erigía el castillo.
-Ya he sido coronado Rey-le contó Edward a Susan.
-Nosotras no tuvimos esa suerte-le confió la joven-Mel, Karen y yo llegamos aquí casi a escondidas. Y no salíamos mucho a la calle.
-Podrías ser coronada Reina, si ése es tu deseo. Es la tradición cuando llega aquí alguien nuevo.
-Nosotros ya no somos tan nuevos.
-A ti te sentaría bien lucir una corona de Reina, Susie. ¡Es la verdad! Estarías muy guapa con ella.
-Lo dices por decir. Te agradezco que seas tan amable conmigo. Otro, de estar en en tu lugar, me odiaría.
-Terence fue el que se labró su propio destino. Ni Karen ni tú tuvisteis culpa alguna de lo que pasó.
                       Poco a poco, Edward se fue acercando cada vez más a Susan.
                       Seguía amándola con todas sus fuerzas. Y tenía la esperanza de que ella llegaría a amarle a su vez.
                       Por ese motivo, Edward besó a Susan en los labios. Puso todo su corazón en aquel beso y Susan se sorprendió así misma devolviéndole el beso con idéntica intensidad.
                        Pero también le sorprendió un descubrimiento que hizo aquella tarde. Se había enamorado realmente de Edward.

2 comentarios:

  1. Uy que lindo que es Edward ojala Susan le de una oportunidad . Te mando un beso y ten un genial fin de semana

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    1. Hola Citu.
      Como ya he dicho muchas veces, me atraen los caballeros que tengan su punto apasionado. Y Edward es así.
      Un fuerte abrazo, amiga.
      Disfruta de un feliz fin de semana.

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