Aquí os traigo uno de mis relatos completos.
Es un cuento corto, que está dividido en partes. Está lleno de sentimiento y tiene algo de romanticismo, pero es un relato más bien dramático.
Le he puesto el título de Llamando a las puertas del Cielo porque lo que cuenta es precisamente eso. La historia de un joven que está agonizando.
No es nada alegre, sino todo lo contrario.
ISLA DE BURHOU, EN EL CANAL DE LA MANCHA, 1811
Debió de haber sido un día de celebración.
Sin embargo, el silencio reinaba en la casa. En la planta superior, una joven acababa de dar a luz a un niño.
Judith Eperay no podía parar de llorar. Sujetaba entre sus brazos el cuerpo sin vida de su nieto recién nacido. Era el único hijo de su único hijo, Antoine.
¡Sólo Dios sabía cuándo regresaría Antoine! Cuando se marchó, el vientre de su esposa estaba plano. ¿Cómo le voy a decir que su hijo ha nacido sin vida?, se lamentaba Judith. La esposa de Antoine se debatía entre la vida y la muerte.
Nancy no paraba de sangrar. Parecía estar dispuesta a tirar la toalla tras saber que su hijo había nacido muerto.
-El sacerdote está aquí, señora-le indicó una criada-El niño ha de ser bautizado.
-¿Para qué va a ser bautizado?-le preguntó Judith, que estaba como ida.
-Necesita ser purificado, señora. Y debe de tener un nombre. Entréguemelo.
Judith estaba sentada en el suelo, con la mirada perdida.
Recordó cuándo Antoine se marchó al frente.
Nancy salió a despedirle. Judith, en cambio, se encerró en su habitación.
-Volveré antes de que nazca nuestro hijo-le prometió Antoine a su esposa.
-Te quiero mucho-le aseguró Nancy.
Los dos se fundieron en un beso largo y cargado de desesperación.
Llevaban casados dos años.
La familia de Nancy era una de las familias más ricas de todo el archipiélago del Canal de La Mancha.
Tenían una casita en la isla de Burhou. Pasaban allí largas temporadas. Con el paso del tiempo, los destinos de Antoine y Nancy se cruzaron.
Fue una unión desigual.
Judith había sido abandonada al nacer en el jardín de una de las casas de una de las familias más prósperas de la región de Bretaña. Charles, su marido, se había criado en un orfanato. Judith siempre supo que no pertenecía a aquella familia. A pesar de que era bien cuidada, siempre supo que era una expósita. Por ese motivo, se enamoró de Charles. Había entrado a trabajar como criado para la familia adoptiva de Judith.
Era igual que ella.
Antoine fue el fruto de aquel amor. Judith se escapó con Charles cuando supo que Antoine iba a nacer.
A escondidas, en la playa, Antoine y Nancy se besaron de manera apasionada. Se abrazaron con fuerza. El uno se perdía en los brazos del otro. Llenaban de besos el rostro del otro.
Finalmente, Nancy se escapó con Charles. No quería vivir sin él. Y se casaron.
Nancy había sufrido un aborto menos de un año después de la boda.
Aquel bebé era muy querido por ellos. Un sollozo brotó de la garganta de Judith. Ni siquiera se dio cuenta de que la criada le había quitado de los brazos al bebé.
No era un bebé. Era una masa deforme, manchada de sangre y amoratada. No podía ser aquel ser el hijo de Antoine y de Nancy.
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