Hola a todos.
Aquí os traigo mi último añadido a mi fanfic La chica de los ojos grises.
Veamos qué va a pasar entre Stella y Edmund.
Un millón de gracias por haber leído esta historia y espero de verdad que os haya gustado.
Me ha gustado escribirla. Me ha encantado poder daros a conocer a Edmund y a Stella. El haberos permitido conocer otro lugar (una isla fluvial en La India). Y, sobre todo, ¡adoro la época de principios del siglo XX!
¡Un millón de gracias!
El ritual de jugar al ajedrez en casa de los vizcondes tenía ahora otro sentido. Stella lo sabía bien.
-Tienes que vigilar a la Reina porque estoy a punto de hacerte jaque-le indicó a Edmund-Me encanta este juego. ¿Sabías que tiene un origen hindú? Me enteré leyendo un libro.
-El caballo no va así-le recordó su prometido-Y yo también lo sé. Me gusta mucho leer. Quiero saber muchas cosas.
Normalmente, Stella y Edmund eran buenos jugadores de ajedrez. A veces, ganaba ella. Otras veces, ganaba él. Siempre estaban a la par.
Pero esa tarde lo estaban haciendo mal. Muy mal...
-Voy a hacerte jaque, Edmund-le indicó Stella con insistencia-Ten cuidado. Estoy en racha. Te he ganado dos partidas seguidas. ¡Y no me digas que te dejas ganar! Eso no me lo creo.
Se echó a reír. Edmund acabó descentrado. ¿Por qué Stella tenía una risa tan agradable?
-Y yo te digo que el alfil no se mueve así-replicó Edmund alterado.
-¡Voy a hacerte jaque mate y no lo podrás evitar!-se rió Stella.
Edmund trató de centrarse en la partida.
Al cabo de unos minutos más de partida, una voz alegre y femenina se oyó por toda la isla. Tenía un sonido triunfal. De euforia...
Lo había conseguido. Había ganado.
-¡Jaque mate!-trinó alegre Stella.
-¡Maldición!-exclamó Edmund-¡Me has ganado!
-¡Te lo dije!
Stella sonrió risueña.
Edmund se inclinó sobre la mesa y besó con tanto ardor a Stella que tiró todas las figuras del tablero.
-¡Cuidado!-se sobresaltó la chica.
Se apartaron rápidamente cuando la vizcondesa entró en el salón y miró con extrañeza a su hija y su futuro yerno, que se pusieron a recoger las figuras del suelo. A Stella le temblaban las manos. No se reconocía así misma en su comportamiento.
-Se nos han caído-se excusó la joven.
-Tened cuidado-les rogó la vizcondesa-Son figuras muy caras.
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