Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo añadido a mi "fanfic" La chica de los ojos grises.
Veamos qué ocurre.
La época de los monzones había comenzado, como cada año. Maude y Samantha pasaban las horas muertas contemplando cómo el agua torrencial caía desde la ventana de la habitación de Maude. El jardín que rodeaba la casa estaba arruinado. Y el piso de abajo estaba inundado. El padre de las dos hermanas no había dudado en bajar a ayudar a los criados a achicar el agua.
-No me gusta nada esta época-afirmó Maude.
Su voz sonó pensativa. Samantha y ella estaban sentadas en el alfeizar de la ventana.
El prometido de Samantha, mister Halliwell, estaba a punto de llegar.
-Supongo que sabrás la noticia-comentó la joven.
-Algo he oído-dijo Maude, con aire distraído.
-Stella y sir Edmund no caben en sí de contento. Es su primer hijo. Aún no se le nota nada el embarazo a Stella. ¡Quieren que yo sea la madrina!
-Me parece bien.
Samantha se envaró. Era evidente que Maude seguía enamorada de Edmund. Sin embargo, había sido consciente de que aquella batalla la había perdido antes, siquiera, de empezar a luchar.
-No hiciste nada por él-le recordó a su hermana mayor-Te lo callaste.
Maude meneó la cabeza de manera frenética. Edmund sabía que ella estaba enamorada de él. Se lo confesó cuando todavía no se había casado con Stella. Sin embargo, Edmund prefirió seguir adelante con aquel compromiso. Estaba realmente enamorado de Stella. Lo único que podía hacer Maude era fingir que no le había contado nada. Tratar de seguir con su vida.
Pero era incapaz de hacerlo.
Seguía enamorada de Edmund.
Samantha contempló el rostro de su hermana. Maude no perdía su habitual aire serio y grave. Al mismo tiempo, era una mujer tranquila que rezumaba serenidad por los cuatro costados.
Sin embargo, los ojos de Maude se habían llenado de lágrimas. El recuerdo de Edmund le seguía doliendo.
Samantha le cogió la mano a su hermana mayor.
Le dijo que podía ocupar su lugar, si eso era lo que quería. Estaba convencida de que haría mucho mejor pareja con mister Halliwell que ella. En el caso de Samantha, no tenía un amor no correspondido. Pero sí tenía a un amado enterrado en el cementerio.
-Te agradezco el ofrecimiento-dijo Maude con pesar-Pero eres tú la que debe de casarse con mister Halliwell.
-Mi corazón siempre pertenecerá a Gabriel-le recordó Samantha con ardor.
Y mi corazón siempre pertenecerá a Edmund, pensó Maude con dolor. El hombre que amaba Samantha estaba muerto. En el fondo, su hermana menor siempre supo que Gabriel nunca la amó de verdad.
Maude estaba enamorada de Edmund. Sin embargo, él amaba a Stella.
Era a Stella a quién brindaba sus besos en el lecho.
El viento monzónico sopló con furia en el exterior. Arrancó de lleno varios árboles situados en los jardines de las casas vecinas.
-¡Jesús bendito!-exclamó Samantha, santiguándose.
-El caudal del río Adyar acabará creciendo y se desbordará, como pasa todos los años-auguró Maude, intentando disimular el pánico que estaba experimentando.
-¿No sientes deseos de chillar? ¿De llorar? ¿De pedir socorro?
-¿Acaso sirve de algo llorar?
-No sé de qué estás hablando. Si del monzón...O de sir Edmund...
-De ambos...
Samantha volvió a santiguándose, pero le temblaban las manos con violencia.
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