sábado, 5 de septiembre de 2015

LA CHICA DE LOS OJOS GRISES

Hola a todos.
¡No os preocupéis! Ya me quedan menos añadidos a esta historia. Desde luego, este blog se ha convertido en el blog de mi querida Stella, je, je.
Aquí os traigo un nuevo añadido a mi "fanfic" La chica de los ojos grises. 
¡Vamos a ver qué ocurre!

-Hace mucho tiempo que no salimos a pasear-comentó Stella.
                             Estaba contenta por haber salido a dar un paseo aquella tarde con Samantha.
                             Era verdad que las vidas de ambas habían cambiado. Stella apenas llevaba unos pocos meses casada con Edmund. Pronto, mister Halliwell llegaría a Quibble.
                             Samantha no quería hablar de su futuro marido. Un hombre con el que sólo se había escrito unas pocas veces. Ni siquiera había hablado personalmente con él. Mister Halliwell no es Gabriel, pensó con tristeza.
-Tienes que ser la señora de tu casa-le recordó Samantha.
                            De pronto, Stella se había convertido en lady Stella Templewood. Tenía que cumplir con sus obligaciones. Edmund seguía al frente de la Templewood & Ransom Company.
-Los negocios van a las mil maravillas-le contó Stella a Samantha.
-Háblame de ellos-le pidió la joven.
-Arthur Ransom habla de expandir el negocio. Ya no quiere limitarse sólo al Estado de Assam. Habla de ir más lejos. Siempre me llamó la atención que no existieran oficinas de la compañía en Calcuta. Eso va a cambiar. Arthur quiere abrir una oficina en Calcuta.
-¿Os vais a ir a vivir allí?
                              Stella se encogió de hombros. De momento, Edmund no quería ni oír hablar de la posibilidad de irse a vivir a Calcuta. Enviaba barcos cargados con toda clase de especies a Europa. Estaba ganando mucho dinero. Edmund estaba siendo un digno sucesor de su padre.
                               Sólo sabía Stella que no quería alejarse de Edmund. ¡Pero Calcuta estaba tan lejos!
                               Sin embargo, antes o después, acabaría separándose de Samantha. La joven sabía que su marido quería irse a vivir a Inglaterra tras la boda. ¡Debía de abandonar Quibble!
                               Miles de ideas pasaron por la mente de la joven.
-¿Te irías a vivir a Inglaterra?-le preguntó Samantha-Edmund es de allí. Como tú...
                               Stella volvió a encogerse de hombros.
-No lo sé-respondió con sinceridad.
                               Llevaba muchísimo tiempo viviendo en aquella isla. No se veía así misma viajando a Inglaterra.
                               Quería quedarse a vivir allí. Si tenía un hijo, debía de crecer en Quibble.
                               Samantha se dio cuenta de que estaba temblando. Y se percató de lo pálida que se había puesto Stella. Las cosas estaban cambiando a una velocidad endiablada. Las dos estaban muy asustadas. Pero Stella contaba con el amor y con el apoyo de Edmund.
                              En la cama...
                              Edmund la besaba muchas veces con amor y con pasión al mismo tiempo. Besaba su cuello una y otra vez saboreando la textura de su piel. Besaba uno de sus hombros. Mordisqueaba el lóbulo de su oreja. Incluso, besaba uno de sus pechos. Se atrevía a lamer sus pezones.
                               La acariciaba con las manos. La abrazaba con fuerza.
                               Edmund deseaba a Stella. Y, al mismo tiempo, la amaba.
                               Samantha frunció el ceño. Ella no podía ponerse en el lugar de Stella.



                                Las cosas irán bien, pensó la joven.
                                Decidió que sería una buena esposa para mister Halliwell. Intentaría olvidar a Gabriel. Trataría de ser feliz al lado de aquel hombre al que todavía no había visto en persona. Y no se iría nunca de Quibble.

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