miércoles, 23 de julio de 2014

LA CHICA DE LOS OJOS GRISES

Hola a todos.
¡Y, por fin, llegó!
Aquí os dejo con el último fragmento de mi relato La chica de los ojos grises. 
Espero que os haya gustado esta bonita historia de amor. Yo, personalmente, he disfrutado escribiéndola.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                             La boda se celebró en la pequeña Iglesia que había en la isla de Quibble. Samantha aceptó ser la dama de honor de Stella. Maude también aceptó ser la dama de honor de Stella. Las dos hermanas estaban muy guapas.
-Serás una buena esposa para mister Halliwell-le aseguró Maude a Samantha mientras se dirigían a pie a la Iglesia, yendo las dos detrás de lord Carson y de Stella.
-Espero que tengas razón-asintió Samantha con resignación.
                           Corría el mes de julio de 1800. Fue una boda sencilla.
                           Los invitados se pusieron de pie cuando Stella entró en la Iglesia. Era la novia más hermosa que jamás habían visto, pensaron todos a la vez. La joven fue llevada por su padre hasta el Altar. Edmund la estaba esperando allí. Sus ojos se iluminaron cuando Stella apareció en la Iglesia y comenzó a caminar hacia el Altar.
                            Stella no podía dejar de sonreír. Sonrió cuando Edmund colocó el anillo de matrimonio en el dedo anular de su mano izquierda. Llevaba puesto un vestido de novia de color blanco. Sujetaba un ramo de rosas en la mano. Su cabello de color negro estaba recogido en un moño a la moda. Edmund le retiró el velo de tul en un momento de la ceremonia. Le guiñó un ojo a Stella y ella se echó a reír.
                            Se fundieron en un largo beso cuando el sacerdote les declaró marido y mujer.
                            Se celebró una pequeña fiesta en la casa de lord Carson. Samantha acudió a la fiesta.
                            Edmund y Stella brindaron con champán en un momento del banquete. Todo el mundo brindó a la felicidad de los recién casados. Les desearon toda la suerte del mundo.
-¡Y tened muchos hijos!-exclamó Darius Ransome-Quiero ser el padrino de uno de vuestros hijos.
                            Todo el mundo se echó a reír.
-Deseo para mí la felicidad que tú tienes-le confesó Samantha a Stella.
-Ojala sea así-afirmó su amiga.
-Pero las dos sabemos que eso no va a pasar. No amaré nunca a mister Halliwell. Pero intentaré ser una buena esposa para él.
                            Edmund no cabía en sí de gozo. Recibió con alegría las sinceras felicitaciones que le deseó Darius. No veía la hora de poder quedarse a solas con Stella.
                             Partieron la tarta nupcial, que era de nata y de fresa. Todo el mundo alabó la maña de la cocinera que había elaborado aquella tarta. Los novios se dieron de comer el uno al otro tarta. Maude sintió una sincera envidia de ellos.
                              Me habría gustado estar en el lugar en el que está ahora Stella, pensó la joven.
                             Vio a Samantha acercarse a Stella para darle un abrazo.
-Sé feliz-dijo Samantha.
-Sé tú también feliz-corroboró Stella.



                                Maude rompió a llorar.
-¿Por qué estás llorando?-le preguntó Samantha a su hermana mayor mientras se acercaba a ella.
-Es que soy muy feliz-respondió Maude.
-Stella va a ser muy feliz. Yo, por mi parte, me conformo con llevar una vida tranquila. Trataré de ser una buena esposa para mi marido.
-Sí...
                                  Stella y Edmund se despidieron al cabo de un rato de los invitados. Edmund llevó a Stella a su casa.
                                  Ella ya no sentía miedo de quedarse a solas con él.
                                  Desnudos en el lecho, Edmund y Stella se fundieron en un beso largo y cargado de pasión. Edmund besó a su recién estrenada esposa en el hombro. La besó muchas veces en un pecho. La besó en el cuello. No podían parar de besarse. De acariciarse. De abrazarse. De chuparse el uno al otro. De morderse el uno al otro. De lamerse el uno al otro.
                                  Se tocaron. Se acariciaron con las manos. Se acariciaron el uno al otro con los labios.
                                   Juntos, volvieron a ir al Paraíso.

FIN

1 comentario:

  1. Uy que lindo final, para una gran historia, Ha sido una de mis favoritas, te mando un abrazo

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